Ser amazona, si es que existieron, pues he podido leer como algún instruído varón duda que así fuera… ¡¡Cuán larga sigue siendo la sombra de su fuerza y poder!! Pero rebobino que yo misma me leo y ni me entiendo. Según la mitología clásica, las amazonas son mujeres guerreras que se enfrentaron en repetidas ocasiones a los griegos, como por ejemplo en la Guerra de Troya. El caso es que la caprichosa casualidad le ha adjudicado siempre las victorias importantes, o puede que todas, a la parte masculina. Y no seáis mal pensados que ya lo soy yo por vosotros. Ya se sabe el grado de humillación que podía suponer para un guerrero, de aquel entonces, que una mujer le venciera… ¿Ha cambiado algo? Hummm, me parece que no mucho. Las batallas se libran ahora de otra manera, pero seguimos perdiendo, o eso dicen, más que lo que ganamos.
El caso es que permitidme la licencia de creer en ellas, en las amazonas y en su existencia, pues si algo de verdad no tuvieran no habría llegado su historia hasta nuestros días. Ni tampoco se habrían creado nuevos mitos sobre ellas, como su ubicación en el Nuevo Mundo, haciendo que la perseverante insistencia de Hernán Cortés a Carlos V para su búsqueda alimentara, aún más, su historia y la perdurara en el tiempo. De hecho, el río Marañón cambia su nombre por el de Amazonas debido a que en una expedición fueron atacados por mujeres con arcos y flechas.
La diseñadora María Amador se inspira en ellas para su nueva colección de moda. En su manera de dirigir su vida y de decidir su futuro, en cómo quieren relacionarse con el mundo y su autosuficiencia y dependencia que las libera de ataduras. Por eso bautiza a su colección con el nombre de Helena, amazona que osó herir a Aquiles en un enfrentamiento.
La colección de amazonas que realiza viene a ser un repaso a la historia reciente de esta indumentaria, a las que se califica así porque, en su momento, simbolizaron la libertad de la mujer, la posibilidad de dirigirse a sí mismas y no necesitar ayuda.
María Amador se inspira en ello para crear toda una colección guiada por ese pequeño halo de ruptura con la opresión que, en cada época, se ha establecido sobre nosotras. Cuando una mujer montaba a caballo dependía de otra persona que le llevara las riendas, dado que por motivos de fertilidad no era aconsejable la monta tradicional. Una excusa para que te conformaras, pues pronto te tachaban de indecente. Así, sentadas de lado, sin nada donde apoyarse, con el vestidito de turno, el mismo que para otras ocasiones, la incomodidad estaba servida.
Los cambios fueron sucediéndose para facilitar el obviar la monta a horcajadas, tan mal vista en las señoritas, y así proseguir con el estilo amazona, peculiar por su elegancia. Estas novedades se fueron produciendo tanto en la montura como en el vestuario.
Lo que llevó a que en la segunda mitad del XVIII apareciera el primer vestido o traje de amazona, compuesto de dos piezas, falda y chaqueta, que facilitaban el movimiento y que, posteriormente, se va perfilando con diferentes características según sea inglesa o española.
Pero veamos una a una las damas guerreras que ha ideado María Amador en su colección. Pequeña, de tan sólo seis caprichos textiles, donde el protagonismo del blanco se va desbancando, a ratos, por el negro, naranja y ocres, pero densa en cuanto a diversidad de propuestas.
Irrumpió en pasarela con la prenda que rompió esquemas a principios del XX, con los bloomers o leggings reforzados o pantalones de equitación. Esto facilitó el poder montar como los caballeros. Ahora son algo más estrechos que entonces, ajustándose al completo a las piernas. Aquí María Amador les da doble tono, blanco y negro para acompañar a la camisa rayada de mangas con volantes y escote barco en un tejido vaporoso que reposa sobre la piel sin marcarla en exceso.
Pero no fue el único look con leggings para la equitación. En el segundo eligió un tono intenso en mandarina que tintaba una de mis piezas favoritas. Una capa rematada por volante sólo en el vuelo que cubre la espalda y se adivina por delante. Se abotona a ambos lados como si contara con mangas ranglan, consiguiendo quedarse en su sitio, pues también cuenta con unas aberturas verticales que le aportan elegancia y no la descoloca al mover los brazos.
Algo más urbano y menos ecuestre es este conjunto de palazzos midi y crop top de mangas cortas con chalequillo que decora el torso. El blanco lo inunda casi todo, pues se contrasta con el negro, para el interior de las piernas, y con el naranja para el vivo de la costura de las mangas.
También en esta misma línea que el anterior, entre sus amazonas pudimos ver esta propuesta. Es de las que acarician tobillos con el seseo de los volantes y se abren por delante al caminar, gracias al vuelo fruncido en la cintura. Sorprendente cómo descubre en cuadrado la espalda por detrás. ¡¡Simplemente bello!!
Pero el hilo conductor, inspiración de cada boceto de esta colección, prosigue en los próximos dos diseños. Uno claramente enmarcado en la vestimenta de la amazona española, que puede ser el traje corto o el traje de rondeña. La falda de esta amazona que monta a la vaquera, es amplia y larga por el lado derecho. Luego, se recoge en un botón posterior para poder caminar con comodidad cuando bajas del caballo. Suele ser un tejido con cuerpo y peso para que la falda no vuele y quede en su sitio. Se combina con camisa sencilla y sobria, pero María Amador ha ideado una con volante rígido que se pasea sobre los hombros y el talle en oblicuo. Seguro que ya estás pensando con qué otras prendas la combinarías. ¡¡Me encanta!!
El otro estilismo con el que, además, cerraba su paso por Code41 Trending, en concreto por el certamen para nuevas promesas, Code41 Talent, es de estilo inglés. Se trata de un diseño de amazona victoriana con un puntito de volanteo, su seña de identidad que la persigue a todas partes, haga lo que haga, porque ella se deja invadir por él. Para estilismo, escoge el naranja para las enaguas de vuelo fruncido que reposan en las caderas. Y es la única incursión colorida que ha permitido en este diseño junto a las solapas del escote.
Y digo que es influencia inglesa puesto que el traje de amazona tradicional, el que se impondrá desde Francia a fines del XIX, se compone de chaqueta y falda, tal y como pretende evocar María Amador con la doble fila de botonadura y con el cuello con solapa de una chaqueta sin mangas que cubre el cuerpo entallándose. Sobre él se ciñe el vuelo de una falda con volante a la cadera sobre una falda con metros y metros cosidos para conseguir la abundancia de tejido que se puede palpar con la vista.
Esta mini colección de María Amador fue una de las que participaron en el certamen de noveles, Code41 Trending, demostrando una vez más la soltura con la que maneja lápiz y aguja, marcando trazos redondeados, porque su lado flamenco pesa y mucho en su estilo, lo cual se agradece. Vuelve a demostrar que apareció, tímidamente, hace unos años para quedarse, marcando su personalidad sin distracciones en todo lo que crea y con un claro concepto de lo que quiere en moda. ¡¡Gracias María Amador por diseñar!!