El mero hecho de ver el desfile de una firma en un marco marcado por el ingrediente del emprendimiento, como es la pasarela Emprende Lunares, que tuvo su espacio en la programación de SIMOF este pasado jueves, no puede interpretarse como sinónimo de trayectoria corta. En algunos casos sí es así, pero en otros, como es el de Inés Inés, no. Todas las firmas tienen un pasado, y el suyo alberga ya cierto recorrido, constituyendo este paso por SIMOF una etapa más alcanzada con éxito.
El desfile de Inés Inés en SIMOF 2018 dentro del programa de la fundación Cajasol, Emprende Lunares, les ha permitido dejar constancia de su manera de hacer moda flamenca. La cual se condiciona no sólo por la personalidad de la firma, sino también por su pasado, que se remonta a unos cuantos años atrás, con el desarrollo pleno de su actividad en Venezuela. A lo cual es obligado añadir la formación reglada recibida, tanto en este país como en España. Lugar al que han vuelto para continuar diseñando, pero con ciertos matices que caracterizan la evolución de la firma, existiendo un antes y un después, con esa otra perspectiva más revolucionaria y vanguardista, de la que es responsable, en parte, la mitad de la marca. Y explico esto último para que se entienda mejor.
Inés Inés como tal surge, hace muy poquito, tras la unión de madre e hija bajo una misma firma. Ambas poseen ese equilibrio perfecto para concordar en moda, a pesar de ser dos generaciones de agujas creativas. Esa igualdad en el modo de ver la moda les concede la particularidad de hacer suya cualquier línea creativa, de personalizarla hasta diferenciarla lo suficiente del resto como para no dudar que es suya. Y así es la flamenca que hemos visto en Citrus, su nueva colección para esta temporada 2018.
Su colección Citrus viene a ser una continuidad de la presentada el año pasado en Emprende Lunares y SIMOF, pues su gusto por el vintage refinado y los recursos textiles de otros tiempos, hacen que su estilo bien pueda calificarse de preciosismo flamenco.
Con un refinamiento exquisito, crean flamencas únicas ausentes de mantoncillos, provistas de chaquetas y desligadas de volúmenes imposibles. Sus trajes de flamenca son comedidos, con elegancia contenida en unos cuantos de metros de tela que suelen volantearse más de capa que al hilo.
Su desfile lo abría un dos piezas afrancesado, con un par de bolsillos cargo a los lados y una abertura delantera solapada e interminable, que bien apuntaban las pautas de cómo sería el resto de esta colección.
Colección en la que la tonalidad ácida es la protagonista de sus propuestas, recurriendo al azul eléctrico y tonalidades del verde, que, en ocasiones, se suavizan con estampados moteados y flores multicolores sobre beiges. Pero el repertorio de chaquetas flamencas que Inés Inés ha creado para esta colección es tal, que bien podemos hacer un recorrido por la misma basándonos en ellas, ya sean como sustitutas del básico mantoncillo, ya sean por su inclusión o no en el estilismo feriante.
Comenzando entonces por los diseños en los que han optado por cederle espacio a estas prendas, a estas chaquetas flamencas, destaca una chaquetilla torera, que cuenta con detalles como la pieza sobre el hombro ataviada de madroños, borlones y flecos, y que son algunos de los elementos que gusta a la firma emplear en sus diseños.
O esta otra, que incluye pantalón con aires sesenteros, en la que la chaqueta sastre de solapa de acorta hasta la cintura. Y todo en un limón avainillado.
Color que se prolonga en esta otra joyita, volanteada sin fruncir ó plisada a base de piezas cortadas y superpuestas, como si de unas jaretas se tratase; entiéndase como se quiera. El caso es que me rindo ante ella.
También nos proponen la clásica chaqueta que se ajusta a la cintura y luego se prolonga un poco sobre las caderas con un vuelo rizado. Pudimos verla en dos propuestas que se acompañaban de faldas con volantes en tamaño discreto colocados a lo sencillo para resaltar las chaquetas.
Pero no sólo la opción chaqueta, tendencia de nuevo esta temporada, protagonizaba sus estilismos flamencos, recordemos que el mantoncillo y la ausencia del mismo también han tenido espacio entre sus creaciones.
Así, para brocados y tejidos con cuerpo, por cierto, entre las texturas favoritas de Inés Inés cuando les toca imaginar flamencas, optaron por rematar volantes a su manera, con tules y florecillas bordadas que puenteaban un tejido con otro. He aquí un detalle en la realización del traje de los que me lleva a calificar su costura de preciocista, entre otros tantos.
En este traje de flamenca, mezclan lunares en verde con otros moteados en relieve, eso sí, al tono del otro tejido, conformando un diseño de flamenca clásico que incluye, cómo no, mantoncillo flecado.
En otras propuestas flamencas, el mantoncillo se convierte en capa y se torna imprescindible en el estilismo, creando flores textiles sobre él para que reposen en hombros, realzando así una silueta lápiz sobre la que prenden un puñado de volantes.
Para mi sorpresa, uno de los affaires de su colección ocurrió al ver éste dos piezas. Una falda midi de silueta sirena rematada en un solo volante, conjuntada con camisa volanteada a la espalda que se abre en uve hacia abajo, cuyas mangas bien merecen todo un párrafo descriptivo para ellas solitas.
Pero los estilismos flamencos sin mantoncillo, que ya se han establecido de manera permanente entre las propuestas de los diseñadores, también se vieron en su colección. Dos de ellos flecados en el escote y de un tejido rico en estampado, dejando que la semitransparencia lunarada puntee la piel hasta las muñecas.
O éste otro, muy en sintonía con la inspiración de Inés Inés en el folklore ucraniano para sus complementos, pues, al menos en este diseño, parece haberse extendido esta influencia desde las flores hasta las mangas ablusonadas.
El gusto por lo antigüo, más bien de estilo victoriano, ha podido observarse con facilidad en toda la colección. Y aquí se denota de especial manera, pues no sólo invaden de guipur el talle y mangas, sino que añaden borlones y otros tantos recursos textiles de pequeño tamaño que suman para obtener resultados como el que ves.
La asimetría y la cascada de volantes, propias de flamencas del XXI, también son elementos que maneja bien la firma. Pudimos verlo en este traje de flamenca, decorado en el escote con el propio tejido a modo de hojas de limonero. Reafirmando, una vez más, esa otra visión de moda flamenca que nos propone Inés Inés en cada uno de sus diseños.
Ingredientes éstos que se repiten en este modelo, en el que destaca, de sobremanera, la manga canastera que se deja invadir por otro tipo de carruchas, pues no son planas, sino más bien abullonadas y abigarradas, para dejarse contornear por flecos de largo extra. Y todo para un traje de flamenca de estampado salteado y exornado con pailletes, o lo que es lo mismo, lentejuelas.
Inés Inés en Citrus ha conseguido plasmar su concepto de flamenca, su otro punto de vista de cómo se deben llevar los volantes, respetando los cánones de la flamenca clásica. Apoyándose en volúmenes comedidos y otros elementos propios de otras líneas de moda, imaginan estilismos flamencos diferentes, en los que priman el gusto por el detalle y la preferencia por la comodidad sin perder estilo y glamour coqueto.