El año pasado pudimos tomar contacto, por vez primera, con esta portuguesa de corazón flamenco que nos dejó sin palabras y a la que le hemos notado un cambio en su manera de hacer moda flamenca. Conocimos a una flamenca muy actual, de siluetas de talle bajo muy marcadas, con un vuelo de los que la visión se hace sirena y escotes de los que no necesitan mantoncillo. Pero en este 2020, como si quisiera volver a los orígenes de la mismísima moda flamenca o hacer un paseo de volantes por la España más cañí y tradicional, sus trajes de flamenca se han imaginado de otra manera, con alguna que otra pincelada de las que nos mostró anteriormente para que no se nos olvide que el volumen lo sigue dominando.
Aflora así en estos nuevos diseños, una inspiración taurina, hípica y flamenca casi a partes iguales que, una vez agitados, dan como resultado Arpegio, que te lleva a la España de entonces, a la de claveles en el pelo ellas y en la solapa ellos, donde el negro reinaba de tal manera que incluso conseguía, en esa época, vestir a las novias de familias sin abolengo que daban el ‘Sí, quiero’.
Sea como fuere, Santos Rodrígues ha elegido este año beber de la fuente origen para recrear a una flamenca clásica en los tonos de siempre (blanco, negro y rojo), dejando que los estampados traigan un poco al presente las flamencas de entonces.
Pero no quedan aquí las sorpresas. Sus inquietudes por otros sectores de la moda han estado presentes entre sus diseños, dando permiso a estilismos pantalón, escogiendo uno de ellos en palazzos para cerrar el desfile, lejos de la típica bata de cola o la novia. Eso sí, en blanco con pinceladas en negro y que, al menos para mí, resultó ser uno de mis favoritos de sus colecciones.
Este fue uno de los aperitivos que tuvo a bien mostrarnos como estilismos aflamencados, y que espero que se conviertan en un menú completo, dado que sus puntadas fuera del costureo de volantes resultan igual de interesantes y cautivadoras que las que se reserva para la moda flamenca. Ver de lo que es capaz de hacer para el día a día y el no tan día a día me ha dejado con ganas de conocer más y mejor esta otra faceta de Santos Rodrígues.
Con respecto a las flamencas que ha ideado para esta temporada las podemos dividir en dos grandes grupos. En aquellas con vuelo generoso y esas otras que ha introducido como novedad y que se conforman sin enaguas.
Para las de vuelo generoso ha recreado cortes clásicos de trío de volantes al hilo, escotes uve y un solo volante de capa en puños. Aúnado al negro de lunar galleta al tono, lo convierte en uno de esos básicos de armario feriante que siempre son el perfecto comodín para la noche feriante.
Uno de mis favoritos lo ha ideado en un tejido que me trae muy bonitos recuerdos, aunque aquí se versiona en blanco y negro. Se trata del cuadrito vichy que se deja salpicar de ramilletes de rosas algo más grandes que si la inspiración boho guiase el boceto. La composición del traje de flamenca en dos piezas, con un vuelo XXL desde la cintura que deja asomar a otro en rojo, es el detalle que realza todo el conjunto final.
El cuerpo, inspirado en las chaquetilas toreras, se dispone hasta justo la cintura, se cierra hasta el cuello con botones pasantes de pasamanería y para los hombros emplea volantes de media capa, pero algo más cortos de lo que lo hiciera el año pasado.
Para aquellos trajes en los que el volante se deja en la mínima expresión es el propio tejido fruncido el que da volumen y cuerpo, lo cual resulta perfecto para esas citas no flamencas de verano o, por supuesto, para lucir en cualquier romería que se precie, por su comodidad y frescura.
A medio camino nos ha propuesto un largo midi, muy antojadizo, de falda perfecta con volumen coqueto, cintura alta, camisa de cuello solapa y chalequillo sin mangas de doble botonadura, por aquello de su inspiración torera. Todo un capricho, ¿no crees?
Pero aún tenía hueco para amazonas, tanto para montar a la inglesa como lucir estilismos inspirados en ella. Así, al comienzo del desfile, nos deleitó con unos looks de camisa y falda tubo, en el que todo el juego de puntadas andaba por detrás. Un lazo cerraba el escote en uve y, otros tantos, ajustaban puños a muñecas. Y todo en estampados ecuestres y cadenas, propios del comienzo de los 90.
Por otro lado, para la monta imaginó una falda de recogido trasero, pues ya sabéis que este tipo de falda, que también llaman de seguridad, en la que por el lado derecho debe ser más larga para que, al montar, quede cubierta la bota izquierda. Diseñada a juego con una chaqueta sin peplum, pero con tableado escondido, recreando en la sencillez del mismo la elegancia que caracteriza a la firma en un discreto estampado tweed. Por lo que nos proponía una amazona inglesa en un tono que se atiene, mucho más, a los que se suele ver en España en la monta a la vaquera.
Diseñadora de quien aún queda mucho por ver para poder postular sus bases a la hora de hacer moda. Aún no nos quiere definir su estilo concreto, aún pretende sorprendernos, aunque nos da ya pinceladas de su estilo. Lo cual se agradece por aquello de mantener el suspense al cien por cien sobre cómo serán sus nuevas flamencas. Agradecimiento extensible a sus ojos portugueses, que miran y respetan la moda flamenca como si siempre hubieran usado nuestra luz y cielo azul para contemplarla. Su aporte implica renovación para un traje regional, razón más que suficiente para incluirla entre las firmas a no perderse.
Gracias Santos Rodrigues por seguir creando en esto de los lunares y los volantes en los que, puntos de vista como el tuyo, son necesarios para que la moda flamenca sea, cada vez, más internacional.