Hoy he parado el tiempo, pero no para siempre, aunque quisiera. A propósito, ¿cuánto tiempo es para siempre? A veces es sólo un segundo; a veces más. A mí me basta conque sean un puñado de ellos, porque nunca se es demasiado bajo o demasiado alto.
¡Qué extraño es todo hoy! ¿Verdad? Ayer sucedía todo como siempre. Y hoy, por sorpresa, quiero pausar mi vida y soñar. Quiero utilizar la única arma para combatir la realidad, la imaginación, porque quiero ser Alicia vestida de azul, pero con volantes y sin canesú. Porque quiero encontrar el camino, el mío, reconocerlo y seguirlo, aunque dicen que cualquiera te lleva allí, a cualquier lugar, si se camina lo bastante.
Lo seguiré y cuando llegue al final pararé, abriré los ojos y miraré a mi alrededor para pensar en lo que pasará después. Me tomaré mi tiempo, con la lentitud que necesite, para saborear todos los pequeños segundos que me regala la vida. Al menos eso espero, porque me doy buenos consejos a mí misma, pero rara vez los sigo.
Así es como caí en el pozo, lloré, agrandé y mengüé, persiguiendo al Conejo Blanco mientras corría apresurado con su reloj saltándole en la mano… ¡¡Ay no!! ¡¡Es tarde ya!! ¡Adiós! ¡Me voy! ¡Me voy! ¡Me voy! Y tan rápido iba que no vió este diseño con vuelo de enaguas de tul para los volantes y drapeado coqueto hacia un costado, del que estiliza y multiplica el glamour, incluido en este sencillo traje de flamenca de cuello caja y puños limpios.
Tampoco pudo contemplar un diseño poco habitual entre los que imagina Aurora Ruíz, quien no oculta su gusto por el volumen, pero cede en esta supremacía para dejar espacio a vuelos más comedidos. Como este traje de flamenca de vuelo evasé sin excesos, con también pequeño volante canastero que hace resaltar el escote propio de novias, cuadrado con una leve línea corazón, y mangas de capa sobre otras clásicas que se cierran en puños.
Yo los vi, sí, pero tenía que seguir al Conejo Blanco. Así que corrí tras él y, de repente, paré en seco. Me miré. ¡¡Un espejo!! ¡¡Era yo!! ¡¡De azul, vestida de azul como yo quería!! Era Alicia. Volvía a ser una niña, creativa y soñadora, no dispuesta a perder el tiempo, pero sí a dejarse llevar por la bendita locura que nos diferencia a los cuerdos.
Y mi traje… ¡¡Era el más bonito de todos!! Con escote corazón y ajustadito al talle que se va abriendo a la altura de las rodillas en corte evasé, rematado en ese volante de frunce canastero y con mangas que, si quiero, me las quito y si no quiero, me las dejo. ¿Qué os parece?
El caso es que absorta ante mi estilismo flamenco en azul, no me percaté en un primer momento, pero al alzar la vista la ví. A ella, a la sonrisa que me miraba atentamente, porque en el País de las Maravillas las sonrisas pueden verte, hablarte y … ¡Cómo no! Reírse. Y se reía y, aunque me asustaba, le conté que el Conejo Blanco iba tarde, que le seguía, que me había despistado porque no pude evitar contemplar un par de bellos trajes de flamenca nacarados y pararme ante el espejo para deleitarme con mi bonito vestido azul.
Le pedí consejo sobre mi camino a seguir, de esos consejos que se necesitan para que decidan por ti. Pero no lo hizo, no se decantó por ninguno, no eligió mi camino. Sí me sugirió visitar al Sombrerero Loco. Yo no lo tenía nada claro, pero como tome el camino que tome iré a alguna parte… ¿Por qué no conocer al Sombrerero Loco? Y mientras me decidía, de reojo miraba los trajes de flamenca en buganvilla de Aurora Ruíz que por allí pululaban. Les ocurría igual que al Gato Cheshire, el dueño de la sonrisa con la que conversé, que aparecían y desaparecían a su antojo. Pero algo les pude ver.
Uno era de escote asimétrico, desnudo de volantes en el único puño, de los que se ajustan como un guante gracias a los textiles y al patronaje. También para él, de nuevo, la diseñadora escoge volanteo canastero en un talle bajo que, si te apetece, puedes combinar con chaqueta de lazada y mangas farol, con ese toque vintage de cierre de botones, aunando varias preferencias de la temporada en un solo diseño.
Puede que optes por reservar esta pieza, la chaqueta, tendencia en moda y que la flamenca ha adoptado, sobre todo este año, aunque tímidamente, para otros looks donde el volumen se desmesura con coquetería y el vuelo sencillo permite que destaque el resto de la composición flamenca.
El caso es que escogí la sugerencia del Gato Cheshire y al llegar al lugar del Sombrerero Loco ví que no estaba sólo. La Liebre de Marzo andaba por allí, cantando y brindando con él y con tazas de té, meñiques alzados, que chocaban con tanta efusividad que se les derramaba por los lados. Celebraban así una divertida merienda de locos en la que no acertar adivinanzas era apropiado, pero aún más lo era deshacerse del tiempo. De ahí que hubiera que hacerle un arreglillo al reloj del Conejo Blanco, que también estaba allí, para que dejara de llegar tarde a todas partes. Se usó lo que había por la mesa: mantequilla, azúcar, mostaza,… ¡¡No, mostaza no!! Deciros, por cierto, que no quedó muy bien, más bien explotó después de brincar varias veces por la mesa. Pero, al menos, el Conejo Blanco ya no volvería a llegar tarde nunca más.
Mientras todo esto sucedía, yo procuraba estar con un ojo atenta a la reparación temporal y con el otro no perdía de vista los diseños en verde suave que ha imaginado esta temporada Aurora Ruíz para embellecernos de volantes. ¡¡Son para embobarse!! Como me pasó a mí. Por un lado, me prendé de un sencillo traje de flamenca con un par de volantes de capa y escote uve clásico. Ni casi cerrado, ni mega abierto tipo infarto en los que casi asoman ombligos.
Por otro lado, y también en este tono edulcorado, ha imaginado una propuesta pantalón, en la que los volantes de largo desigual, a los que no les faltan las enaguas con carruchas, nacen en las rodillas para un top de lo más caprichoso, con abullonado de mangas en hombro y cuello bebé.
Pero se me volvió a escapar el Conejo Blanco. Me distraigo con cualquier cosa. Otra tuve que ir detrás de él. A veces pienso que nunca debí perseguir al Conejo Blanco. Tendría que haberme quedado sentada a la mesa, desacertando acertijos. Así me habría ahorrado conocer a la Reina de Corazones y su obsesión por cortarle la cabeza a todo aquél que no le hace caso. Aunque, pensándolo bien, tampoco estuvo tan mal; jugué al criquet con un flamenco. Era mi palo de juego. A veces me dominaba. Es lo que tiene cuando pueden hablar y opinar. Debes razonarles cómo quieres golpear la bola. Aún así, fue un fastidio la repetitiva frase de la Reina de Corazones: ‘¡¡Qué le corten la cabeza!!’ ¡¡¡Ufff!!!
Además, me habría perdido los diseños en negro que me quedaban por ver de Aurora Ruíz inspirados en la baraja de cartas. Llámense así también a los guardias reales de la Reina de Corazones que han ayudado a Aurora Ruíz a diseñar un puzzle en blanco y negro. Y que cuenta con una abertura suave y discreta por delante en uno de los trajes de flamenca, que resulta ser algo más descarada y amplia en el otro para poder lucir la espalda. Ambos están imaginados en un patronaje sencillo, de cuatro o cinco volantes medianitos de los que no necesitan más vuelo que el que tienen sus propios textiles fruncidos.
Este era mi final del camino, el momento de la moraleja. Aquí es donde debía pararme para constatar que la vida son etapas y que ninguna, por buena o mala que sea, ha de faltarnos. Aquí es donde despertaba de mi sueño, con más ganas que nunca de saborear la vida. Pues los cambios llegan para quedarse y, a menudo, para mejorarnos en todos los sentidos.
Quiere mirar a su alrededor y sonreír, sabiendo que lo que ve es lo que realmente necesita. Porque ella ahora es Alicia, viviendo su propio cuento, escribiendo sus propias aventuras y tomando su propio camino, el que realmente desea. Del que nos contará lo que le vaya apeteciendo a través de sus costuras flamencas y no flamencas, como suele hacer. Mientras tanto, dado que al principio de este artículo te deseaba un Feliz, Feliz No Cumpleaños, a tú y a mí, permíteme aquí, al final del mismo, que te regale todo lo que dije hasta ahora. A tú. A vosotras. A todas las Alicias de este mundo.
Imágenes de Cristina Mena Bernal cedidas por Aurora Ruíz para Acento Artesano
Magnifico post, me ha encantado. Felicidades!
¡¡Muchísimas gracias!! Ha sido toda una experiencia escribir este artículo. El cuento de Alicia en el País de las Maravillas está lleno de moralejas útiles en cualquier edad y momento de la vida. Así que ‘reescribirlo’, en cierta manera, para idear un relato sobre la nueva colección de Aurora Ruíz ha constituido un reto muy divertido y gratificante para mí. Aprovecho para felicitarte desde por tu trabajo en este proyecto. ¡¡Mil besos!!