Y las faraonas flamencas irrumpieron en este SIMOF 2018 entrecruzándose en orden, sin entorpecerse ni pestañear. Pues todos los ojos estaban puestos en ellas y les tocaba dibujar zig zags geométricos sobre la pasarela ónix, que para eso paseaban caleidoscopios volanteados. Lo hicieron de forma suave, pero contundente, sobria, pero cargadas de luz, con mimo, pero decididas. Porque su cadencia en el paso así se lo permitía, porque el vigor de sus volantes anhelaban protagonismo, dado que su expresión del movimiento y maneras se acentuaban en flamenco.
Eran las flamencas de Francisco Tamaral, las que también darían por cerrada esta última edición de SIMOF con una colección que no se bautiza como ‘Egipcia’ ni tampoco como ‘Nefertiti’. Han sido sus estilismos de ingredientes faraónicos, sumados al empaque y poderío de cada uno de ellos, lo que le ha valido este calificativo de ‘Faraonas flamencas’. Pues todos sus looks flamencos van rematados con un tocado, que no con flores, de Francisco de la Torre para esta colección, digna sucesora de ‘Alice in Wonderland’ y sublime de igual manera.
Ha sido ese tocado, modelo único y común para todas las faraonas flamencas de Francisco Tamaral, el que, precisamente, junto al impacto que producen cada uno de los trajes de flamenca, los detonantes que las califique así, pues me evoca este exorno de calado seseante, a esos tocados egipcios que llevaban los faraones. Como el azul de la Reina Nefertiti, que sólo podía lucir ella, y que le atribuía divinidad.
Aunque también me recuerdan a esos otros recargados de origen tailandés y camboyano, que llevan como unas lenguas de fuego, y cuya principal misión es la de configurar una expresión artística cuando mueven la cabeza al bailar sus danzas tradicionales. El caso es que la elección o, mejor dicho, inclusión de este complemento en el estilismo, constituye todo un acierto para unas flamencas sofisticadas, diferentes e irrepetibles. Por tanto, en línea de lo que suele imaginar Francisco Tamaral cada temporada.
Sobre unos tonos básicos y neutros, se las ha ingeniado para reposar flores equidistantes en el talle, dispuestas en vertical, y que desembocan, por igual, en el escote.
Otras veces opta por calcular ciertas dobleces al milímetro, que, además, se igualan como si se reflejaran en un espejo. De esta manera se integran con disimulo en las mangas, camuflándose en el diseño, pues casa, perfectamente, una flor con otra. Añade también tranaparencias, pero en zonas aptas para pudorosas, como escotes y brazos, haciendo que las flores recortadas parezcan suspendidas en el aire, acariciando la piel.
Además, observa cómo los pliegues seseantes de sus vuelos se mueven con un ritmo acompasado y al tiempo, sin perder, ni por un momento, su curvatura ondulante, ni tan siquiera cuando se expanden en el aire tras chocar con las pantorillas.
Esto ocurre por el manejo del patronaje que hace Francisco Tamaral, buscando ese efecto en los tejidos a los que acompaña de otros tantos recursos textiles que aumentan la belleza de cada diseño de flamenca que realiza. De hecho, la colección está llena de detalles, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados, dado que la elegancia de Francisco Tamaral es la suma de una multitud de ellos. Como este corsé, que emplea a modo de cinturón. Realizándolo en terciopelo, le otorga protagonismo propio hasta el punto de contrarrestar el maxi volumen de sus mangas de doble largo.
Otros ingenios textiles, como las flores recortadas, los coloca sobre el escote, puños, vuelos, etcétera. En este diseño en concreto, desdibujan la línea en uve para dejarse llevar por el contorno floral.
O bien también la coloca a jirones en el bajo de un vestido lápiz con largo más bien midi, cuyo talle se rodea y abraza por un volante canastero de tul en un rojo intenso. Dando así forma a un estilismo no estrictamente de albero feriante, pero lleno de belleza.
Trajo de nuevo las cremalleras a la vista en sus creaciones, dejando asomar maravillas flecadas hasta los tobillos como ésta.
Cuyo paso previo suele ser apertura de los dientes metálicos, dejando aparecer del interior una nueva mariposa flamenca. Pero esta vez en tonos negros y cálidos, de la gama de los rojos, naranjas y amarillos. Os dejo, como curiosidad, foto de ese momento y que no suele verse en los reportajes de moda.
La sencillez de un sin mangas también tenía sitio entre sus faraonas flamencas. La complejidad del vuelo de capa anulaba ese minimalismo que, a pririo, se le presumía, puesto que realizar un vuelo como el que ves para conseguir este resultado es mucho más que ‘coser y cantar’. Y si no, fíjate como dispone la pareja de flores recortadas sobre la zona mixta del volante de capa, justo en la línea en la que los dos tejidos se unen, alternando en cada bucle si van arriba o abajo.
Además, por su poca habitualidad entre sus diseños, merece la pena destacar también, de este estilismo flamenco, el mantón que le acompaña. Está realizado en el mismo tejido del traje de flamenca y se ha empleado cierta técnica que simula el tejido guipur.
Ambos elementos, vestido y mantón, complementados por unos espectaculares maxi pendientes bordados, también diseñados de Francisco Tamaral, y que se confabulan perfectos, al menos para mí, pues considero éste uno de los estilismos flamencos más bellos que he podido ver en esta temporada 2018.
El rojo se encargaba de dar las últimas puntadas en pasarela, viendo en primer lugar el diseño que ya pude conocer en la presentación el programa de SIMOF 2018. Un dos piezas soberbio, de cinturón decorado por animal exótico en tejidos cuajados de pailletes sobre una gran lazada, cuya falda de talle bajo y vuelo de capa, se combinaba con camisa blanca de rayas, sensual por sus transparencias lineales. También contaba con lacitos al hombro y capa que caía hacia atrás desde los mismos, dibujando, a la vez, las mangas.
En esta mini colección me topé, de nuevo, con una de sus joyitas pret-a-porter, en el que el talle se decora de cierta manera, y el hombro se culmina con un lazo inacabado y mangas de tul en blanco.
Pero el momento culmen de estos rojos fue la perfección simétrica hecha realidad en un traje de flamenca. Nada está dejado al azar en este diseño. Todo está estudiando minuciosamente para que la igualdad entre lados opuestos sea exacta.
Esta imagen refleja la pulcritud de su trabajo, pues Franciso Tamaral calcula incluso el tamaño de la lazada y la colocación del mismo para que no se perciba inexactitud. Es aquí donde, claramente, puede advertirse esa inspiración en el caleidoscopio. En ese objeto inventado a principios del XIX que, con la ayuda de cristales inclinados, formaba, a capricho, distintas formas geométricas con tan solo girarlo.
Tras este ramillete cálido, Francisco Tamaral concluyó su paso por SIMOF con un vestido de novia con cola y con tocado de Francisco de la Torre de los que dejan sin palabras.
‘Caleidoscopio’ es el nombre de esta colección de Francisco Tamaral y de cierto objeto que significa, en griego, observar bella imagen. Eso es lo que, precisamente, pudimos hacer todos los asistentes a su desfile: observar bellos trajes de flamenca. Y creo que esa ha sido la pretensión de Francisco Tamaral, la de que, al igual que puedes hacer con un caleidsocopio, mires y disfrutes de lo que ves.
Esta puede ser su interpretación literal, pero no tiene por qué ser la única, pues existe otra de carácter sensorial, perceptivo. Consiste en no quedarte congelado ante algo que te ocurra y esperar a que pase el tiempo a ver si se soluciona. Es mejor actuar, girar tu caleidoscopio para poder mirar las cosas de otra manera, llenando, de nuevo, tu mundo de color y de otras formas diferentes que harán que afrontes la situaciones con un mejor enfoque.
Ésas son las flamencas de Francisco Tamaral para las que diseña. Optimistas, poderosas y seguras de sí mismas, que van derrochando glamour y elegancia por donde pisan, mirando el mundo con ‘ojos caleidoscópicos’ que se adaptan a lo que les rodea para encontrar siempre los mejores momentos y sacarles el mayor jugo posible.
Una vez más, Francisco Tamaral consigue la sorpresa sobre pasarela, con una completa colección de flamenca muy cuidada, sofisticada y vanguardista, que se ancla, sobre todo, en la elegancia con una alta dosis de femineidad. Una flamenca a la que no le falta ni le sobra nada y sin la que la visión de conjunto de lo que es la temporada no podría darse, pues le faltarían las nuevas ideas y frescura que siempre aportan sus volantes.