Un broche de oro para la temporada de desfiles en Sevilla, donde las protagonistas son dos mujeres muy vinculadas a la ciudad, de carácter similar, y que dejaron huella entre quienes tuvieron la suerte de tratarlas y quienes, después, hemos sabido de ellas. Se trata de Isabel I de Castilla, más conocida como Isabel La Católica, y de Teresa de Cepeda y Ahumada, que escribió su destino como Santa Teresa de Jesús y de quien este año 2015 se celebra el quinto centenario de su nacimiento.
Sus vidas, en cuanto a acontecimientos, se pueden tildar de paralelas ya que ambas consiguieron empresas imposibles destinadas, en aquellos años, a hombres, ganándose el respeto de ellos en una sociedad donde el machismo y el sometimiento al mismo se asimilaba desde los primeros años de vida, asumiendo los roles impuestos tal y como eran entonces dispuestos. De esta manera bien podría considerarse que sus logros fueron de mayor importancia de la que hoy pueda dárseles, teniendo en cuenta las circunstancias que vivieron.
Desfile El Esplendor de la urbe: Isabel La Catolica y Santa Teresa de Jesus
Isabel I de Castilla, flanqueada por dos lacayos portando antorchas, se dejó ver el pasado 2 de julio al claustro del Monasterio de San Jerónimo con paso comedido, pero con la altivez propia de su rango, mirando por encima del hombro a los presentes, que por algo dejó un legado a su nieto Carlos propio de un emperador. Con ella comenzaba un desfile para la que ha sido fuente de inspiración las siguientes 25 creaciones, junto a Santa Teresa de Jesús, donde cada diseñador ha tomado los elementos convenientes para darles ese empaque, sin dejar de lado las fuertes convicciones religiosas que tenían en común ambas figuras, la de Isabel I y la de Santa Teresa de Jesús, representadas de diferentes maneras según los ojos de cada uno. Este primer diseño lo firma Pablo Lanzarote, quien ya vistiera con él a Desiré Cordero para participar en Miss Universo, donde quedó como finalista.
Así comenzaba un desfile donde la música de cámara, como el Aleluya de Hendel o la cantata de Bach ‘Jesús sigue siendo mi alegría’, eran el complemento necesario al entorno y desarrollo del acto, consiguiendo así transportarte a la época en la que se enmarca ‘El esplendor de la urbe’, denominación de este desfile.
José Raposo de sutil elegancia en líneas sobrias cargadas de femineidad, transforma elementos de hoy para cargarlos del simbolismo del pasado, cubriendo el cabello como lo hacían las dos señoras en quienes se inspira, rompiendo la dulzura del blanco con un cinturón flechado de tamaño poco acostumbrado, pero no menos coqueto.
En la propuesta de Rosa López puede adivinarse que la estética del vestido pasará de libro abierto a cerrado, haciéndolo más comercial de lo que hemos podido ver en pasarela con esa versión del miriñaque en horizontal a juego con pamela plisada, recordando a gorgueras renacentistas; sí, esos cuellos blancos como el que viste Miguel de Cervantes Saavedra en su retrato, contemporáneo de Santa Teresa de Jesús y perteneciente también, por derecho, al Siglo de Oro y del que también ha dado uso en su diseño María Ávila en el tocado corona que acompañaba a un vestido que recuerda a su colección Butterfly.
Tras ella uno de los esperados para mí: Didí Martí, que sobre negro y blanco dibuja trazos en verde sin aparente armonía que se deja querer también por uno de estos cuellos, reinterpretados a modo de suaves ondas como si de un bouquet de flores se tratara. Lujo comedido que corona con gorrito de esos que se usan para recoger el cabello, consiguiendo jugar con los contrastes que tanto le gustan.
De nuevo una flecha más atraviesa el corazón de quien lo viste, queriendo así Manuel Slava con un simple broche representar la transverberación de Santa Teresa de Jesús, o lo que es lo mismo, el fuego sobrenatural que sintió cuando logró su unión íntima con Dios. Manuel la corona con potencias como así se realiza en imaginería cuando se representa a Jesús crucificado. Falda y mangas abullonadas que dejan entrever las enaguas con lacito en raso coral.
En la propuesta de Pedro Béjar no podía faltar el volumen, elemento del que gusta usar el diseñador en sus creaciones y que caracterizaba a los ropajes de la época renacentista, aunque en esta ocasión sea más discreto y en forma de tulipán. También hace uso de su pareja de color preferida: oro y negro.
Inés de Tovar presenta una propuesta con estilo regio y marcial, como ya hiciera Raf Simons para Dior en su desfile de primavera 2015, donde la casaca a lo Napoleón se mezcla con el velo que cubre la cabeza de quien ora o profetiza para no deshonrar su cabeza, valga la redundancia, como establece la Biblia y como así llevaron ambas mujeres a partir de cierto momento de sus vidas.
Miguel Armario ideaba una propuesta rompedora, como lo fueron las dos señoras en su época, añadiendo a un sencillo body un vestido abierto, ajustado a la cintura por una cuerda gruesa que hace las veces de cinturón, elemento que choca con el brillo inmaculado del dorado de la corona.
Entre mis favoritos está el de Lorena Subires, cuya composición no es recargada, más bien sobria, pero la riqueza de tejidos como el terciopelo, el apresto del vuelo y la colocación de los distintos elementos rematados con corona de rosas en rojo intenso, hacían del Monasterio el marco perfecto donde pasear semejante resultado. ¡¡Simplemente bello Lorena!!
José Peinado escoge el amarillo y el rojo, colores de la bandera de Isabel La Católica, para escenificar el éxtasis de Santa Teresa de Jesús, creando así un vestido bicolor con algo de miriñaque en el vuelo para conseguir ese efecto de pasos sin movimiento propios de los trajes de la nobleza de la época. Sus diseños siempre son esperados por mis ojos, quienes siguen notando, cada vez que los ven, una evolución constante en su costura.
A estas alturas ya he cerrado la boca, pues se entreabrió sóla al ver desfilar la falda de fuego de Laura Cordero. Todo un acierto el contraste con el cuerpo blanco, sin detalles, sin exornos, para dejar protagonismo absoluto a la una falda de la que es difícil retirar la vista.
El ángel de Ana Canela lo vestía Lorena Molina, donde el rosario de madera, el corsé de esparto y las alas de plumas, sin dejar de lado el rojo para el vestido, reunía los simbolismos más obvios que representan a la fé católica que profesaban ambas mujeres.
Gracia Romero y Reyes Ordoñez se dejan influir por la moda de la época para sus propuestas en ‘El esplendor de la urbe’, realizando la primera un match mix tanto en texturas como en colores y estampados, contrastando con la de Reyes Ordoñez, donde la decoración a mano de ángeles son la nota clara inspiradora de ambas figuras en este diseño.
El de María Fernández es de esos que suelen inundar la pasarela por su envergadura, no siendo aquí tal impresión dado que las dimensiones del lugar le resultaban acordes. Recordaba a un vestido de novia, por un lado, y a un hábito de monja, por otro, en consonancia con Santa Teresa de Jesús, dada la condición de casada con Dios toda aquella hermana que se une a una orden religiosa.
No puedo callarme que el de Isabel Díaz Rosado fue otro de mis favoritos en el desfile. Con doble cascada de flores en ambos escotes a lo Lady Gaga, según ese conocido tocado que creó para ella Philip Treacy. La inspiración temática del desfile de nuevo no está muy clara, pero no por ello deja de ser un deleite para los sentidos.
Josue Selfa ideó un palabra de honor cuajado de flores en el talle, con larga cola, propia de reinas, que bien podría servir para vestir a protagonistas de bodas.
El diseño de Mar Trujillo son de esos que han de verse al completo, embelleciendo un lado al otro, casi reservando lo mejor que tiene para quienes se giran a mirarlo.
Una capa en satén de seda negro escondía un vestido de flores vaporoso de cuello caja y sin mangas firmado por Angela Moreno, donde, de nuevo, la inspiración en ambas figuras no es descarada, pero no por ello deja de gustarme tanto o más que los anteriores.
Helena Mariscal reinventa a las meninas con estos volúmenes abullonados en distintas alturas, mezclando textiles en diferentes colores para destacar unos de otros.
La propuesta de Raúl Seco es una de las pocas donde el largo se acorta. Él le añade cola con grandes bolsillos acompañada de cuerpo con mangas de hombrera plisada XXL, decorando el cabello con tocado de espinos en blanco, emulando a la que Jesús llevó camino de su crucifixión, dándole así la connotación religiosa necesaria por las creencias de Isabel de Castilla y Santa Teresa de Jesús.
El diseño de Mario Valladares me recuerda más a la Princesa de Éboli. Y pudiera parecer que no se inspira en ninguna de las protagonistas de este desfile, pero sí lo está. Santa Teresa de Jesús tuvo conflictos con la Princesa de Éboli por los mandatos caprichosos que ésta le imponía en la construcción de dos conventos de carmelitas en la ciudad de Pastrana.
El pecho con cintura metálica a juego con parche del mismo material no sólo evocan a quién os he nombrado, sino que hace honor al gusto de este diseñador por incluir elementos rígidos, como los que ya vimos en su propuesta de novia en Novias al Sur de la pasada edición de Sevilla de Boda.
El cierre a este desfile lo firmaba DLK de quien quiero saber más y mejor, pues de entre mis favoritos destaca de sobremanera por la mezcla de tejidos, la elaboración de la cola con flores que recogen frunces a lo capitoné, por el ajuste plisado de la misma al talle, por el escote uve con caída elegante dejando los hombros semidesnudos, por la dulzura en una espalda descubierta y por todo lo que podáis ver que haya olvidado nombrar.
Este desfile inspirado en Isabel La Católica y Santa Teresa de Jesus, para el que he necesitado casi 2.000 palabras para contároslo, ha pasado por un proceso de trabajo y elaboración de 6 meses, donde se ha cuidado cada detalle: iluminación, escenografía, música ambiente, diseñadores y modelos, momento de celebración del desfile, disposición de medios e invitados, etcétera. Y todo ello orquestado por personas que se aglutinan bajo una entidad común: Sevilla de Moda, pero que tienen nombre propio como son Francisco Valderrama, Alfredo Martínez, Ana Leticia, Blanca, entre otros, quienes se han dejado hasta las pestañas para tan sólo 60 minutos de desfile.
Gracias a todos los que conformáis Sevilla de Moda por imaginar y dar forma a un proyecto de tal calado, gracias por traernos historia a través de la moda, gracias por elegir a estos 26 diseñadores para que lo hicieran realidad (agradecimiento que hago extensivo a todos ellos y las modelos que han vestido sus creaciones), gracias por crear cada año desfiles como éste que embelesan los sentidos. ¡¡¡Gracias!!!