Los jaleos de Menorca y sus jinetes a caballo, sus tradiciones, inspiran la colección de moda homónima de Samuel Rubio para SMÔ Menswear, presentada en Code 41 Trending.
Concepto que en Samuel Rubio, fundador de SMÔ Menswear, adquiere todo su significado y en mayúsculas. Su colección ‘El Jaleo’ lo demuestra. Fin que cumple con corrección junto otros básicos, como el de vestirnos con estilo, pues es el vehículo que cualquier creativo emplea para que se le conozca. Hecho que se confirma cuando conversas con él.
Sus ideas claras sobre lo que es la moda, cómo debe usarse y hacia dónde debe enfocarse, hablan sobre los pilares de sostenibilidad en los que apoya sus diseños. Saber que tiene la vista puesta en el consumo de calidad, en la caducidad de las comprar para un solo evento, y no para más de uno, y en la descontextualización de las prendas, abogando así por el unisex y la libertad de combinación maximizada, hablan de sí mismo y, como ya dije antes, de su manera de hacer moda.
Estas últimas líneas definen a la perfección sus diseños, ese pequeño e impactante acopio de prendas que tuvo a bien presentarnos en Code 41 Trending y del que te desgloso, una a una, su razón de ser.
Por su manera de hacer moda la cual, por cierto, es tendencia entre las firmas emergentes y no tan incipientes, necesitas fijarte en los detalles, porque su simplicidad es su grandeza. Dice de sí mismo que no es minimalista, se considera kitsch, por lo que su estética es pretenciosa y cursi. Algo que es apreciable en sus diseños por la multitud de detalles que añade, pero, y sólo aquí en esta colección, el uso de neutros como el blanco y negro, quizás obligado por su fuente de inspiración, le profieren esa etiqueta de sencillez sin, realmente, buscarla ni desearla.
Pero sólo en apariencia, pues echarle más que un vistazo te dirá cuán compleja y coqueta es cada una de sus creaciones.
Son Menorca y su vestimenta regional las que guiarán sus puntadas de moda. En concreto, las que se usan en ciertas festividades que duran todo el verano, celebrándose, cada fin de semana, en un pueblo diferente y protagonizadas por jinetes a caballo de levita negra, pantalón blanco o negro y camisa blanca. Son los Jaleos. Es una tradición que proviene del siglo XIV en la que los caixers o jinetes desfilan a caballo.
Para el diseño con el que comenzaba su paso por pasarela, la levita de doble botonadura en blanco con solapas amplias y desiguales, tiene ese punto innovador en el doble largo de manga, más corto por la palma de la mano que por el reverso, pues la cubre. Al que se suma ese cut out rectilíneo, bien planteado y amplio, que crea en los pantalones a la altura de las rodillas y que no pierden forma por ello.
Se combina con abarcas y se le da forma en un tejido brocado propio de estilismo de noche, cuya textura desigual da forma a motivos vegetales o, al menos, a evocarlos. A cada diseño le añade ciertos elementos que realzan el look en un sentido cursi que más bien tildaría de romántico. En éste, a modo de broche, laza en raso una cuchara de plata de bebé.
Aquí los componentes del primer diseño se reinventan; siguiendo con el uso de los mismos elementos, como el cut out, esta vez en caderas, para unos pantalones que parecen llevar sobrefalda, además de un magnífico faldón bordado. Y ello se debe a la vestimenta que llevan los caballos en los jaleos, vistiendo la grupa de éstos con faldones de terciopelo con flores bordadas, flecos y borlas.
En cuanto a la levita, la despoja de sus mangas, con doble botonadura y solapa básica en una medida más bien ancha. De nuevo, por supuesto, menorquinas al contraste con el blanco.
Como hilo conductor, además del negro y el blanco, la levita se versiona en cada diseño de ‘El Jaleo’. En este lo hace en cuello mao, con botones de clip y en ese tejido singular con drapeados añadidos para unas mangas extra largas.
Para realzar los hombros, hace uso de otra labor de costura propia de moda infantil y ajuar del hogar, como son cenefas de hilo que riza, compaginándolas así con el volumen del tejido. De esta manera, se une a esa corriente post pandemia que está surgiendo en moda y que se centra en la recuperación de la artesanía del hogar, la de las abuelas y de siempre.
Como en los anteriores diseños, el cut out aquí lo limita a la zona de las pantorrillas, que combina con una levita que convierte en el elemento central del estilismo. Pues sustituye el cuello solapa por esta forma de estrella en talla XXL, imaginada en brocado y con guipur. Vuelve así a conseguir esa agradable sorpresa que son cada una de sus creaciones, atreviéndome a decir que ésta, incluso, aquí la aflamenca sutilmente.
Estos bordados surgen de la equipación textil que llevan los caballos en los festejos menorquines. En concreto, la forma de estrella confeccionada en terciopelo, alberga un espejito que, por el lugar donde se coloca, en la frente, hace que cuando te mira el caballo veas tu reflejo en el espejo, lo cual, dicen, que es sinónimo de buena suerte.
Aquí, para este diseño, el toque dulce lo añade, de nuevo, la cinta de raso, que se laza en paralelo a las patillas de las gafas de sol.
Para cerrar su desfile, se atiene a sólo tres botones que logran cerrar un abrigo de largo extra y de capucha estrellada, que se presenta como ese diseño esperado, visto lo visto. Su marcado carácter alternativo y transgresor, junto a esa sencillez en un corte de manga globo de arco comedido y cerrada en puños, sienta, con rotundidad, ese precedente que todo creativo necesita, pues anuncia y encumbra su potencial como diseñador y creador de tendencias.
Prenda que, por cierto, vuelve a inspirarse en ese espejo, en esa buena suerte que procura reflejar en su colección y que, tal y como dicen, si se trabaja, llega. Y a Samuel Rubio está claro que llegará, si no lo ha hecho ya.
Lo que sí queda claro con Samuel y ‘El Jaleo’ es su tendencia hacia el estilo unisex y su percepción del mundo que le rodea, que interpreta a través de los tejidos que toca, convirtiéndolos en diseños en antojadizos.
Su estado actual de diseñador emergente no es más que una clasificación temporal, por aquello que empieza y es de trayectoria profesional corta. Pero es sólo eso. Una palabra que se difumina enseguida, al instante nada más ver de cerca su trabajo. La interpretación de cada costura, el enfoque y el por qué del uso de ciertos elementos. Suman en positivo junto a la habilidad innata que posee para actualizarlos, pues inspirarse en la tradición conlleva un riesgo si no se equilibran bien presente y pasado. Son todas cualidades que posee y que debe, al menos espero, seguir trabajando. Y no por la necesidad de desarrollarlas más, sino por la oportunidad de comprobar sus límites, si es que los tiene.