Y tardó en deslumbrarnos, pero por fin pudimos contemplar a las mariposas flamencas del sol naciente, las de María Amador en Pasarela Flamenca Jerez Tio Pepe 2017. Pues ‘Natural beauty’ nace de su inspiración en un país como Japón que tanto ama nuestros volantes y lunares. La diseñadora se recrea en la belleza femenina, en su faceta más cándida e inocente, ésa que ha sugerido obras como la ópera Madame Butterfly o la novela, algo más contemporánea, Memorias de una Geisha, donde la fragilidad del ser humano se asocia con lo efímero de la hermosura.
María Amador toma así de la cultura nipona no sólo la estética de la mujer, sino su delicadeza en movimientos y su armonía con la naturaleza, equilibrio que ellos viven como una parte más de su ciclo vital. También se fija en el ritual de vestir el kimono, la prenda tradicional japonesa que, curiosamente, se hereda y cuya ceremonia antes se transmitía de madres a hijas y hoy día se adquiere en escuelas especializadas.
Para expresar todo este conjunto de sensaciones, María Amador utiliza un tejido cargado de connotaciones japonesas. Dejando a un de lado lunares y flores, desmarcándose de estos habituales estampados en flamenca, para optar por libélulas, mariquitas, que traen buena suerte, abejas, mariposas y escarabajos. Insectos muy estrechamente relacionados con Japón, la Isla de La Libélula, la cual representa la inmortalidad y el renacimiento, siendo, además, el símbolo de este país, que también forma parte del escudo de los Samuráis; guerreros japoneses a los que, además, se relacionan con los escarabajos rinocerontes por la similitud entre sus cascos y las mandíbulas de estos.
A las abejas también se les relaciona con la eternidad y el renacer, a la par que se las representa por su laboriosidad y organización social, lo cual es bastante palpable en el carácter japonés y en su sociedad. También encuentras mariposas diseminadas por los vuelos y talles de María Amador dado que, en la cultura japonesa, simbolizan a la mujer. A estos bellos bichitos alados se les considera símbolo de progreso, de alegría. Y con ellas María Amador va dando forma a cada una de sus mariposas flamencas, a las que quiere asemejar, en cierta manera, con el vestir japonés.
Como os he comentado antes, María Amador encuentra cierta similitud entre el ritual japonés correspondiente al kimono y el proceso de vestirse con traje de flamenca. Ambos se llevan cabo en un orden establecido para, mediante la composición de diversos elementos, conseguir dibujar ciertas siluetas, diferentes en cada caso. En flamenca se busca la forma guitarra, remarcando cintura para ensalzar busto y caderas. Con el kimono se pretende una forma cilíndrica del talle de la mujer, por lo que ayudado de la ropa interior se crean varias capas de prendas, que se ajustan con los obis (cinturones anchos), que acaban detrás con lazada de mariposa. Se alcanza forma redondeada y a la vez lineal, para la que se emplean incluso pequeñas almohadillas que contrarrestan las curvas del final de la espalda y así conseguir igualarla.
En consonancia con estas pautas crea su ‘Natural Beauty’. Su pequeña colección de seis trajes de flamenca con la que se presentó al certamen de noveles de Pasarela Flamenca Jerez Tio Pepe 2017. Hasta el pasado 12 de febrero no pudimos conocer de cerca cada una de sus coquetas mariposas flamencas, donde el color de sus insectos salpicaba blancos que dibujaban siluetas perfectas, las que sólo ella sabe hacer con costura elegante, limpia y sin prisas.
Abrió el desfile un sin mangas de talle bajo con drapeados en contraste, cruzados por delante y dejados al aire en los hombros. En su vuelo de un solo volante, el remate en canastero se igualaba en tono con las enaguas y la suntuosidad de la seda plisada en mostaza.
Tras él un corte impero de vuelo con cuerpo pero sin desmesurarse, consiguiendo que el volante no se entretuviera por dentro y quedara entero a la vista de todos. La amplitud de sus mangas de capa recuerda a esos sombreros cónicos llamados kasa y que identificarás fácilmente porque, seguramente, habrás visto imágenes de los cultivadores de arroz y de los monjes budistas que suelen llevarlos.
En el siguiente vestido de flamenca, mariposas, abejas, mariquitas, escarabajos y libélulas recorren todo el talle, abriéndose en evasé a partir de las rodillas, acabando en un solo volante, pues la nueva colección de María Amador no se prodiga en textiles rizados. Uno, a lo sumo dos y al hilo, rematándose con algún detalle en tul, de esos que dan uniformidad en los bajos. Tampoco ha multiplicado los vuelos en mangas, eligiendo para este diseño un puño sencillo salpicado de piezas facetadas, haciendo de este traje de flamenca un vestido joya.
Acompaña al estilismo con unos pendientes singulares, unidos entre sí por flores o, al menos, con tal profusión que parecen abrazarse al descansar en el escote. Se eleva ese aire asiático del look con un paraguas japonés llamado wagasa, que se realiza en bambú y papel washi, un tipo de papel duro y resistente al que se la aplica una capa de aceite vegetal para impermeabilizarlo.
Pero no todos sus trajes de flamenca se conjuntaron con este elemento. Para uno de ellos eligió una tetera de cerámica exornada con motivos orientales y asita de madera que, en base a todos los componentes que formaban esta crisálida flamenca, fue todo un acierto. Pues, a un traje de flamenca sencillo, de esos que llamaríamos básicos de armario, por ser un cuello caja de un solo volante y de mangas cerradas en muñecas, le añade este elemento decorativo junto a un segundo en textil, emulando a los obis, pero en su versión flamenca. Pues el cinturón se cierra con lazada por delante, dejándose enmarcar por el vuelo del volantito que se frunce sobre las caderas con el estampado que soporta el hilo conductor de la colección.
Pero no es el único dos piezas que ha diseñado. En este otro el traje de flamenca sí llevaba lunares. Los bodoques del tejido semitransparente de brazos y escote de cuello caja así lo constataban. Además, en un tono rosita, para un plumeti muy acorde con la imagen de dulzura que pretendía transmitir. A ello se unía, de nuevo, una segunda prenda para este traje de flamenca de dos volantes, quizás a modo de obi (cinturón japonés usado en kimonos), pero algo más estrecho y del que pendían dos faldones delanteros flecados en rosa. ¡¡Simplemente bello!!
Y para el final nos dejó el kimono, su kimono flamenco, transformado en bata de cola de un volante, donde las mangas rectilíneas de este atuendo aquí se versionaban en vuelo fruncido y abundante, dejando entrever un traje de flamenca estampado de mariposas, libélulas, escarabajos y demás bichitos. Combinado con una ristra de flores que surcan de delante a atrás el cabello, sembrado de palillos cruzados y pendientes desiguales en cada pareja, ideados por Tiali Complementos en armonía con la belleza natural del paisaje japonés, pues así es cómo María Amador ha imaginado el estilismo de sus mariposas flamencas.
Como extra, lo que para nosotros sería un pericón enorme, para ellos es el akido shogun, abanico japonés hecho de varillas de madera unidas por papel lacado, que curiosamente cambia de nombre, tessen, en manos de un samurai.
Para acabar os dejo un aperitivo que tuvimos. Un séptimo traje de flamenca de María Amador. Pues mientras los jueces deliberaban sobre el ganador del certamen de noveles, los asistentes disfrutamos de un pequeño desfile compuesto por un diseño adicional de cada uno de los participantes. La única condición es que debían inspirarse en el vino, dado que la pasarela se celebra en las Bodegas González Byass en Jerez.
Su vestido se teñía de negro, rojo y oro. Rojo con el que finalizaba el vuelo del traje y enaguas. Mezcla que se mantenía en la misma proporción de tonos con el negro, que invadía el talle, ajustado en piezas verticales que van abriendo vuelo y con minivolantes unidos entre sí para ese sucedáneo canastero que se mueve al aire. Y oro para sus insectos bordados, para sus libélulas y mariposas cosidas al ónix. También aquí se da profusión de flores, como un pequeño jardín, en sintonía con los pendientes a juego, mimando así la diseñadora cada detalle de su creación flamenca.
Natural Beauty es la nueva colección de María Amador, única, dulce y de buen patronaje, con un suave olor a primavera que nos muestra mariposas flamencas inspiradas en la indumentaria japonesa y el medio natural que les rodea. ¡¡¡Gracias María Amador por crear moda flamenca!!! ¡¡¡Gracias por volver a mostrarnos tus lunares y tu manera de vestirnos con volantes!!!