Es decir, ¿puede estar la alta costura sólo está reservada a ciertas esferas de la moda? Pregunta que me lleva a otra: ¿La alta costura debe asociarse a cierto acopio de experiencia tarifada en años? Tópicos típicos que, a priori, ni tan siquiera cuestionamos hasta que te topas con diseñadores noveles como Carls Blanc quien, con un discreto, pero elegante estilismo homenajeando a la amazona con caireles como botonadura perfecta, ganó el certamen de Novia del Sur de la edición de Sevilla de Boda del 2018.
Premio que le ha llevado a estar en este 2019 en Sevilla de Boda presentado su nueva colección de vestidos de novia, para la que, te aseguro, puede haber empleado, perfectamente, miles de horas. Pues no hay tejido que no haya personalizado, ni prenda o pieza que no haya pasado por sus manos de aguja emergente.
Carls Blanc muestra con destreza y habilidad que, a partir de un sencillo tul en oliva al que aplica volumen, se consigue dar vida a las hojas de una rama dibujada en manga y pernera de este dos piezas sastre, acorde para bodas civiles, haciendo parecer, a partir de cierta distancia, que son piedras o cristales facetados. Consigue así decir con muy poco, con este engaño óptico, mucho de lo que es capaz de desarrollar en unas cuantas puntadas.
Su manera de crear diseños, su proceso artesanal, de pequeño taller de costura, ni indican, ni orientan, los límites que este diseñador posee. Además, es fácil apreciar, ya en estos estilismos hilados en su primera colección, cuál será la evolución que dominará su trayectoria profesional, las metas que podrá alcanzar y la calidad de su trabajo. Pues su desfile, la presentación de ‘Titania’, ha sido soberbia, contundente y descriptiva de su estilo. He aquí ese buen ejemplo que ilustra que al igual que un taller de diseño no hace al diseñador, tampoco los años de experiencia le harán diseñador de alta costura. Cuando se tiene una habilidad y capacidad que sólo unos cuantos poseen, ni necesitan de grandes proyectos para demostrarlo ni largos periodos de tiempo. A Carls Blanc tan sólo le ha bastado un año.
Pero vayamos con los tejidos que ha transformado para realmente hacerlos suyos, base sólida a partir de la que ha creado esta colección en la que cierto tul de seda transparente, ha tapizado con flores pequeñas de tela, estampando, estratégicamente, la piel sobre la que reposa, haciendo de una espalda descubierta con lazadas al hombro y vuelo a lo lady like, más bien tulipán tableado, una propuesta de largo corto perfecto para algún que otro evento que incluso difiera de una boda.
Pero no sólo lo emplea para vestidos dulces, también en pantalones, haciendo que el top de manga larga se dibuje a base de flor. Así delimita puños y cuello, aglutinando en talle y dispersando en mangas, haciendo que la prenda se diferencie en sus componentes.
En algunos diseños las flores se sustituyen por plumas en escote corazón, formando parte de otro de sus estilismos pantalón, de sus favoritos. Aquí incluye cola en forma de capa que se agarra a la cintura, haciendo estar a medio camino entre vestido y pantalón, entre lo clásico y lo actual, añadiendo empaque a esta pieza.
Plumas que también conforman vestidos de novia de corte sirena y asimetría en hombros, primando la sencillez del patronaje, sin barroquismos, para dejar el máximo esplendor al cambio producido en el tejido empleado. Una exquisitez de las imaginadas por Carls Blanc para su colección de trajes de novia.
A veces mezcla éstas con otros elementos customizados, como las flores sobre transparencias y las aplicaciones de ramas de tul, imaginando caprichos como éste, en el que la silueta de reloj de arena se deja acabar en cola de corte, dejando que ciertos detalles pongan también el foco de atención en otras zonas, como escotes y brazos.
Pero no sólo la elaboración de tejidos propios han marcado las pautas en esta selección de creaciones para novias, sino también el empleo de tul para imaginar volantes nupciales. Como éste de maxi volumen que recuerda al vestido de la última película de Cenicienta de la productora Disney, en el que la futura princesa acude al baile con un traje azul cuyo vuelo se formaba por incontables metros de tul. De nuevo asimetría y también lazo para este diseño, que para eso las tendencias están reviviendo los 80 en toda su plenitud.
Volantes que, sin ser de tanta envergadura ni tan largos, lo que viene a ser la medida perfecta para el peplum, también se prodigaron por este otro en su silueta predilecta, la sirena, haciendo que el palabra de honor en un vestido de novia resulte perfecto para desviar la vista a los hombros y embobarse lo justo con este textil rizado a la cintura.
Y todos conformando una colección pequeña, muy cuidada, que puede tildarse de cápsula, en la que ha conseguido encadenar con coquetería y elegancia todos y cada uno de los diseños, que también intentan abarcar diferentes estilos de novia y de ceremonia nupcial, ya sea religiosa, civil o algo más bohemia y campestre.
Pues no es el atelier quien designa la alta costura, y permitidme que insista, es el creativo de la firma, quien boceta y transforma incluso cada tejido que llega a sus manos. Él es quien consigue hacer realidad lo que ha imaginado. Por tanto, no trata de adaptarse a la realidad, es la realidad la que se adecúa a él porque la modifica, no la acepta tal cual le llega.
Pero Carls Blanc no sólo cumple esta máxima, que es más que un plus, referente al que gana un concurso de moda nupcial. Sino que satisface muchas otras. Como la del factor sorpresa, sinónimo de descubrimiento de firma emergente, tanto para entendidos como no instruídos en moda, que le propician encontrarse en la programación de las principales pasarelas nacionales y, por qué no, internacionales, aportando, como se debe, tendencias y su propio punto de vista en moda. Por eso, te aconsejo que tomes nota y no le olvides. Carls Blanc es uno de esos diseñadores a los que merece la pena seguir, pues siempre tendrá algo nuevo que aportarte.