No puedo comenzar el artículo con un refrán. Se me notaria la edad, propia de quién tiene un poco de esa sabia culturilla popular que se está perdiendo, y a estas alturas yo ya no cumplo, prefiero que adivinen. Pero a ver, que me desvío. Y entonces, ¿cómo te cuento la revolución flamenca de Amalia Vergara? ¿Cómo te explico que alguien como ella, que a pesar de no haber sido la moda flamenca aquello que haya ocupado sus primeros años laborales, no desmerece que así haya sido?
Sí, verás, no es un trabalenguas, es la definición de su propia evolución en moda, a la que he calificado de revolución. Rebobino a ver si se me entiende. No siempre comenzamos por aquello que realmente nos gusta y apasiona. Circunstancias, decisiones erróneas y otros tantos factores nos llevan por caminos que no terminan allí donde queremos. Pero, como siempre existen cruces y desvíos, a veces los cogemos inmediatamente, otras se convierten en un de oca en oca incesante y algunas, simplemente, es otro más que añadimos a la trayectoria para que discurra en paralelo. Recuerda que eso de ser ‘superwoman’ en el XXI es lo que tiene, compaginarlo todo y llevarlo al éxito.
Pues aquí os presento a una más, a Amalia Vergara. Que fue la chica que se coló en esa final de noveles flamencos celebrada en enero del 2016. A veces, el talento rebosa en estos certámenes y como donde caben dos caben tres, pues, ¿por qué no? Donde eran 8 finalistas, fueron 9. Nunca olvidaré, de esa preselección, ese enorme mantón que puso a su propuesta flamenca, la que le hizo novena, y que no me dejaba ver bien todo lo que Amalia Vergara podía mostrar.
Por supuesto que en la final pude ver más y mejor… ¡¡Y, por supuesto, que me gustó!! De hecho, recuerdo que me pregunté en voz alta y dejé por escrito: ‘¿Qué nos harías con 30 o 40 salidas?’ Pues bien, tan sólo dos años después tengo respuesta, aunque no son ni 30 ni 40, sino 9. Y, por cierto, saltándome la colección anterior, con permiso de la diseñadora. Pues ha sido este año en el que se ha percibido ese gran salto hacia adelante que ha dado, esa revolución interna que le ha colocado en el sitio en el que ahora está. Ha presentado una colección muy completa y también personal, pues se palpa en cada uno de sus trajes de flamenca cómo definen, con detalle, la línea de lunares y volantes que está marcándose esta aguja emprendedora.
Curiosamente, ha llamado a su colección ‘Perdiéndome en el tiempo’. Lo cual me propicia que pueda añadir que esa pérdida ha sido, más bien, un encuentro de sí misma. Siempre ha cuidado la ejecución de sus bocetos y ha equilibrado los ingredientes clásicos con los innovadores. Pero, este año, esta colección, roza la perfección. La presentó primero en la final del Certámen de Noveles de Jerez y luego la ha desfilado en Emprende Lunares, dado que su proyecto también ha sido finalista en esta segunda edición. Y, en ambos, ha conseguido cautivar con sus diseños, pues, a pesar del cambio de modelos, los trajes han desfilado impecables.
Inspirados en La Cartuja, en las vajillas selladas por la fábrica de Marqués de Pickman, guarda con ella también esa similitud artesana, aunque exista distancia entre un plato y un volante; además de otras que, puede, ni ella misma haya percibido. En el año 1841, esta empresa y sus diseños, supusieron una apuesta osada en cuanto a utensilios para la mesa; tanto es así que han llegado, tal cual, hasta nuestros días granparte de esa decoración.
El aquel entonces impulsor y renovador de tendencias se encuentra, a día de hoy, en una etapa de cambio, de conocerse mejor para poder sacar el jugo extra que necesita y así aportar otros enfoques decorativos interesantes. En definitiva, quieren volver a revolucionarlo todo, a ser lo que eran.
Pues en igual fase veo a Amalia Vergara, aunque, también estimo, que, al menos para mí, ha alcanzado ese éxito y reconocimiento ante el trabajo que he podido ver. Ha provocado una revolución interna en su enfoque flamenco, pasando con elegancia y sin transiciones abruptas de la clásica a la del XXI, sin perder su esencia.
Para ella, estos 10 trajes de volantes han sido el lienzo perfecto para dibujar sus flamencas. Y, nunca mejor dicho, lo de dibujadas, porque ha pintado a mano los detalles florales que pueden verse en algunos de sus diseños en rosa y en amarillo, los cuales se recrean en los motivos que decoran algunas de las vajillas más conocidas de Marqués de Pickman.
Entre mis favoritos y el culpable también, aunque lo que voy a decir es extensible a toda la colección, que esté escribiendo este año lo que estoy escribiendo, es este amarillo de volantitos que se inician en la cintura y escote interminable, de los que el paso se lo cierra un cinturón. Este traje de flamenca simboliza, perfectamente, esa revolución que se ha producido en Amalia Vergara. Con él ha abierto sus desfiles en Emprende Lunares y Pasarela Jerez Flamenca. Constituyendo tamibén toda una declaración de intenciones, contundente y firme, acerca de su cambio. Aún recuerdo el delicioso movimiento de estos volantes al caminar.
Igual de encantadores que los que bordean este escote, a veces palabra de honor y a veces cuadrado, que sesean al aire para éste sirena flamenca y cuyo vuelo evasé, de costuras inapreciables y canasteras, constatan el estilo de Amalia Vergara.
En su mini colección en rosa, además de los detalles florales pincelados, las enaguas en índigo se tornan como la elección perfecta que alcanza un contraste en tonos correcto sin resultar estridente. Con estos colores idea puzzles textiles que estilizan aún más la silueta, para un talle cosido a un par de mangas asimétricas, simplemente cambiando al hombro lo que suele ir en la muñeca.
Pero de todos sus rosas, mi predilecto es el estilismos flamenco pantalón. Sí, a priori puede resultarte chocante y alejado del lo acostumbrado en moda flamenca. Pero observa como no es el típico de pernera pitillo, ni tampoco ésos que suelen ser ajustados y llevar volantitos a la altura de los tobillos o de las rodillas, similar a un pantalón pata elefante.
Es más bien un palazzo flamenco que se cuaja de volantes desde la cintura, tanto en una pierna como en la otra, cuidando que exista simetría de volantes al hilo a ambos lados. De manera que se descubra lo qué es justo cuando está en movimiento, quedando camuflado bajo la opción traje de flamenca si estás quieta. Sin levantar sospechas de lo que es. ¡¡Y eso es magnífico!!
En Emprende Lunares pudo desfilar su colección al completo, por lo que fue allí donde conocí su mini colección en verde, en la que ha jugado con la colocación de volantes y transparencias. Éstas últimas las ha usado para dejar a la vista ombligo, tintar brazos o insinuar caderas, resultando coquetas y elegantes. En éste, además, se simultanea con una manga larga de volantes al hombro, que se sujetan por un broche floral para colocarse de cierta manera. Lo cual le aporta singularidad al vestido de flamenca.
Esta colección ha venido a ser a Amalia Vergara como la revolución innovadora que supuso La Cartuja su llegada a Sevilla. Pues algo clásico y estancado se transformó, se actualizó y no perdió su idiosincrasia tradicional. Amalia Vergara ha dejado paso a que un proceso sin prisas, madure con mesura, justo a su tiempo. Aprendiendo, rectificando, mejorando y perfeccionando, para que el momento de abrir alas y batirlas fuera inmejorable, como así ha sido.
No he visto antes una equidistancia en bucles como la de ella, en esa armonía seseante equilibrada que guardan sus volantes tanto entre ellos como en paralelo. Tampoco me he topado con un diseño de traje de flamenca pantalón como el que ha incluído en esta colección, en el que se derrocha elegancia sin renunciar a los volantes de cintura para abajo, que suele ser lo habitual en estos estilismos, a los que, a veces, no se les puede encajar del todo en moda flamenca.
Su manera de hacer flamenca, estricta y respetuosa con las normas del estilismo flamenco clásico, nos abre un mundo de posibilidades hacia la reinvención elegante, delicada y coqueta de la flamenca, imaginando trajes algo bohemios y románticos y, por qué no, sofisticados. Pues, y ahora sí puedo decirlo, ‘Nunca es tarde si la dicha es buena’.