De Mar, de Luz, de Sorolla y de esas realidad de la que gusta rodearse, Merche Caparrós se inspira para sus trajes de flamenca en una colección cápsula donde elegancia y estilo personal son la misma cosa.
A Sorolla, durante su estancia en París, no sólo le cautiva su luz y aprende a manejarla en pintura, sino que entra en contacto con el Impresionismo. Movimiento que propicia el empleo de colores puros, lo que serían ahora tonos en su forma más vitamina, para que sea la luz que se refleja en ellos, los que definan la imagen que capta el ojo. Así, cada uno puede concebir la obra a su manera.
En cierto modo, el criterio creativo de Merche Caparrós se asemeja bastante al de los artistas impresionistas. Ella lo aplica cuando escoge tonos lisos, que viene a ser simbolizar la luz tonal del impresionista, los cuales combina con otro tipo de tejido salpicado de gotas de agua de diversos colores sobre un plisado. Con el que, también, consigue simular la bruma marina en ese incesante oleaje que, de tanto en tanto, rompe dulcemente en la orilla.
Y lo hace porque su colección ‘Mirando al mar’, también es un pequeño homenaje al Mediterráneo de Sorolla, al que pintó por encargo con el estilo del Impresionismo, pero bajo el filtro Costumbrista. Y que, de nuevo, perfila ese paralelismo con el genial pintor. Así, Merche Caparrós en su colección, imagina sus diseños llenos de luz y color, los cuales, ayudados por el tejido que usa, evocan a esos lugares de costa. Tal y como hemos visto. Pero, eso sí, bajo el enfoque del traje regional andaluz: el traje de flamenca, teniendo, por tanto, al igual que Sorolla, ese toque costumbrista en su creación. Pues, el traje de flamenca, al igual que un cuadro de Sorolla cambia según la luz que reciba, evoluciona y se transforma, con las tendencias de moda, sobre todo, cuando está en manos de una diseñadora.
A estas similitudes, se unen otras tantas que entroncan más con la personalidad de la creativa de moda flamenca. Pues, al igual que los impresionistas, la diseñadora vive con intensidad el aire libre, la luz y ese ambiente que le rodea, sobre todo cuando se encuentra en un medio natural. Y todo ello lo traslada a sus lienzos textiles, que ya vienen tintados y toman forma a medida que se van uniendo en costuras. Guardando, pues, las pautas de lo que debe ser un traje de flamenca, las cuales son imprescindibles que estén bien asentadas para crear esas otras flamencas del XXI.
Así, Merche Caparrós, hace uso de su libertad, dando rienda suelta a su creatividad. Aplica todos esos conocimientos adquiridos en su etapa formativa, que simultánea con la profesional, y que tanto juego textil le da. Lo advertirás en unos atípicos escotes y talles en los que construye volúmenes propios del origami, la llamada papiroflexia, para entendernos. La necesidad de destreza previa, pues no es nada fácil realizar este puzzle textil, se fundamenta en un complicadísimo patronaje en el que no suelen haber dos piezas iguales.
Pero no será ese el inicio escogido para presentar su colección en pasarela. Un contundente y sereno estilismo flamenco en azul añíl, más bien marino, será el primero en verse. Se trata de una silueta esbelta que se abre, suavemente en evasé, corte recurrente en sus diseños, haciendo que los vuelos que reposan sobre él se dejen dominar por las enaguas en blanco. Ésas que igualan un talle con lazada estampada en tejido plisado y manguitas tableadas en costura para hombros maxi, por aquello de evocar esas hombreras ochenteras que han vuelto a la moda.
Por ese plisado de lunares en lilas y azules sobre blanco, se deja gobernar, en mayor o menor medida, a lo largo de la colección. Tal y como se ve en este delicioso traje de flamenca de volantes de capa, en el que busca crear cierta caída del tejido. Y para el que dispone, en un tamaño mediano, los vuelos que dan forma a su propia sirena flamenca, creando uno de los diseños más coquetos vistos esta temporada.
Al igual que en el anterior, da ese toque de moda con el escote corazón, propio de novias, y que no necesita más que un par de pendientes y flores al tono. Complementos que, por cierto, son también de la diseñadora, que antes de zambullirse en el mundo de la moda, ya nadaba por el de las flores y accesorios para flamenca.
Pero no sólo hace uso de estos elementos de moda. Suma otros, como las mangas globo y ciertas siluetas que aportan esbeltez, cuando consiguen afinar cintura, en un corte imperio que se acompaña del dulce plumeti ribeteado en hombros y cuello. El resultado es un diseño exquisito que parece inspirarse en la época victoriana.
Y en el que cuida el detalle, algo constante en la colección y en este diseño mostaza no iba a ser menos. Mini peplum de capa y lazo maxi al hombro tipo broche.
Por otro lado, volviendo a ese ingrediente costumbrista, aquí, en ‘Mirando al Mar, hemos de centrarnos en esos clásicos que suelen darse cita en las colecciones. Como es, sin duda, el traje de flamenca en tono buganvilla, considerado ahora tono vitamina. En él se integra el elemento tendencia por excelencia, el lazo, de manera que naciendo éste en cintura, se ata sin anudar en el escote. El cual ni es de pico, ni tampoco de cuello a la caja, ni nada convencional que imagines gracias a cómo dispone el patrón sobre el tejido.
Otros de los imprescindibles en moda flamenca, muy rociero y romero, lo imagina en un sin mangas fluido, con volumen comedido, de pequeños volantitos marca costuras, típico del estilo de la flamenca onubense y en el que también despliega esa técnica japonesa que tan bien maneja basada en el origami, o papiroflexia.
Básicos, pues, de armario feriante al que se une el diseño con el que cierra, un canastero de dos piezas. Por un lado, la falda con este caprichoso vuelo. Por otro, el cuerpo estampado de lágrimas de colores, con remates de volantes y lazada a la cintura en ese mostaza, o amarillo albero, que aquí se riega de lluvia en lila y azul.
Y es que el salto que se produce en emergentes, cuando son del calado del de Merche Caparrós, tiene esa gran y significativa recompensa que te catapulta a lo más alto. De donde ella no debe bajar nunca. Vuelos comedidos, sin demasiados artificios, que solo anhelan vestirte en un comfy de flamencas maneras, pero minimalista, guardando la tradición por encima de todo, pero teniendo en cuenta las tendencias, obligatoriamente aplicables al traje de flamenca, el único vestido regional que admite cambios conforme dicte la moda.