En uno de los tonos más flamencos, con permiso del rojo y del negro, me vestí esta pasada Feria de Abril. A priori un color totalmente desconocido por mi silueta, pues nunca he tenido la tentación de, tan siquiera, probarme un traje de flamenca buganvilla. ¡Claro que he tenido oportunidades! Pero, y no me preguntéis por qué, no lo hecho. Lo cual, a día de hoy, sigo sin explicarme y, por supuesto, después de la experiencia, ya estoy arrepentida de no haberlo hecho antes.
Todo sucedió sin esperarlo ni planificarlo y casi puede decirse que el vestido me eligió a mí. Pues sí, sabía de antemano que me vestiría de Aurora Gaviño, pero nada más. Así, que cuando fui a su tienda en la calle Álvarez Quintero a probarme, las palabras no me alcanzaban la boca ante la contemplación de este traje de flamenca en buganvilla.
Y no es para menos porque cuando lo tienes en las manos para verlo de cerca, aprecias cada detalle que suma para obtener un resultado como éste. El traje en sí es un juego de capas superpuestas. La primera en satén de lycra, pieza que va desde los hombros hasta el suelo, y la segunda un tul de seda bordado que se apoya sobre el primero para tomar forma seseante y cuajarse de color, dando ese efecto de uniformidad tonal con un suave contraste y de apariencia sencillo, pero con esa dificultad extra que, a veces, pasa desapercibida a primera vista.
La recreación textil continúa después del primer volante, ése que dibuja un vaivén tan favorecedor a las caderas y que va anunciando el vuelo. Vuelo que, siendo imaginado por Aurora Gaviño, no puedes encasillar en un sólo estilo, pues, en este caso, lo ha diseñado a capricho, mezclando varios estilos en uno.
Por un lado, un canastero abraza por detrás a sus volantes hippie chic. Y por otro su divertido puzzle de piezas en diferentes tejidos, como el guipur de algodón, el satén de lunares en terciopelo negro y el propio tul bordado que dibuja el talle, se mezcla con otras gasas y sedas que se antojan caprichosas y perfectas para su composición de volantes a modo pañuelos, una de las más habituales entre sus diseños de corte romántico.
Y todo para equilibrase con el resto del traje de flamenca buganvilla, cuyo escote palabra de honor en uve se agarra a los hombros con una tiranta fina negra con aplicaciones de strass. Y que integra con ese moteado negro del vuelo y otros jirones de lujo en ónix en este estilismo de corte zíngaro, pues para eso forma parte de la colección Hilo Calé.
Para la mangas es necesario un párrafo aparte, pues el fruncido que consigue ese ablusonado bien lo merece. Están realizadas también en el tejido protagonista de este estilismo en buganvilla de Aurora Gaviño. Y su volumen XXL se ajusta, de igual manera al contorno de brazos arriba que a la muñeca abajo, consiguiendo cuerpo a pesar de la languidez que suele tener un tul de seda. Y aportando ese toque del hilo conductor que inspira a toda la colección, versada en las raíces gitanas para expresar ese grito de libertad que tan bien supo enunciar con sus puntadas flamencas en su desfile en SIMOF 2018. Éso se palpa mejor con mangas como ésta.
Complementos para un traje de flamenca buganvilla
Para completar este potente y racial traje de flamenca en buganvilla, elegí, con la inestimable ayuda de Eli, unos pendientes realizados con fornituras en cristales de diferentes tonos de color que casaban, perfectamente, con el estilo del vestido de flamenca. Pues, además, su forma de aretes recordaba a los preferidos por las damas de raza calé.
Hacian juego con un peinecillo que me coloqué en el lado contrario a las flores y sobre la base de la multitud de trenzas que enrejaban mi cabello de un lado a otro, pues pretendí darle ese aire de flamenca de los años 30 con un recogido de este tipo.
Respecto a las flores, el ramillete escogido se disponía a lo largo, en un lado, y se componía de rosas medianas semiabiertas, mezcladas con otras florecillas más pequeñas que se recreaban en buganvilla sin igualarlo, consiguiendo que en otras tonalidades por encima o por debajo de éste se armonizaran y encajaran, perfectamente, con el estilismo en buganvilla de Aurora Gaviño.
Nunca, nunca, me imaginé tan bonita en buganvilla, por lo que se demuestra, al menos para mí, que hay que dejarse aconsejar por quien ya ha vestido infinidad de talles y sabe qué es lo que mejor te va de sus diseños. De esta manera, los riesgos, son infinitamente menores si eres de las que le asusta probar nuevos conceptos de estilo.
A mí suele engatusarme cualquier cambio, por lo que no me resulta nada difícil prestarme a ello. Sino todo lo contrario. Así que, lucir el traje de flamenca que la firma había elegido para mí fue todo un placer, una sorpresa y un descubrimiento. Lo que sí pude escoger con ella fueron los complementos perfectos para este estilismo de traje de flamenca en buganvilla. Porque, te aviso, Aurora Gaviño no sólo te viste, también te complementa, de manera que tan sólo necesitarás un par de zapatos, si es que no tienes ese par ideal, cómodo y en tono neutro que te va con casi todo o que ya tienes más que adaptados porque se han paseado por varias ferias… ¡¡Y las que le quedan!!
Resumiendo, pues, a pesar de no haber vestido nunca en buganvilla, afortunadamente, ese día llegó y lo hizo de la mano de Aurora Gaviño. ¡¡Quién mejor!! Siendo ella quien me ha abierto los ojos y obligado a girar la cara para mirar hacia esa otra paleta de color que se sale de mi zona de confort, de esa parcela tonal en la que me muevo y me encuentro cómoda.
Escaparme este año de este espacio ha sido toda una aventura que no me importaría repetir una y mil veces, Siempre es un desafío para cualquiera y conlleva sus riesgos, pero, a la vez, también resulta muy tentador lanzarse hacia estas opciones inexploradas que, realmente, suponen un cambio en tu estilo o, simplemente, una ligera adaptación del que tienes. Más aún cuando estos cambios que se van a producir lo firma alguien como Aurora Gaviño. ¡¡Nunca me imaginé tan guapa en buganvilla!!
¿Y tú? ¿Te vestirías en buganvilla?
Por cierto, he vuelto a confiar en la nueva base de maquillaje de Estée Lauder, Double Wear Nude, no sólo por el tono unificado en la piel y su suave textura, sino por la ausencia de efecto máscara cuando las temperaturas sobrepasan ciertos grados centígrados del termómetro. También repetí con el nuevo perfume de Trussardi, Donna. Ambos, maquillaje y fragancia, cortesía de Aromas Perfumerías.