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Flamenco Decó o los trajes de flamenca Art-Decó de Beatriz Benítez en Emprende Lunares, con los que ha reflejado la similitud de épocas a las que les separa un siglo.
De un paralelismo entre siglos surge la inspiración para los trajes de flamenca Art-Déco de Beatriz Benítez. De una simetría temporal, sucedidas ambas en los años 20, y motivadas por un acontecimiento a nivel mundial, generando la pérdida de millones de vidas humanas. En aquel entonces, dió lugar al movimiento artístico Art-Déco, tras la Primera Guerra Mundial. En el siglo XXI, está provocando el deseo de abrazar el color y el optimismo, a pesar de no haber terminado esta pandemia, con esa misma necesidad de dar cierre a una etapa oscura que también se tuvo hace 100 años.
Con esa intención nace Flamenco Déco, que tomando los rasgos más significativos de esta época artística, Beatriz Benítez los aflamenca e imagina su colección cápsula de cinco trajes para Emprende Lunares. Escoge la expresión más cosmopolita y solemne del Art Déco, la arquitectura, consiguiendo evocar perfectamente a ciertos edificios neoyorquinos, a los que añade elementos de la moda coetánea, como son las plumas y tocados y así dar forma a sus trajes de flamenca Art Déco.
Hay dos edificios muy significativos del Art Decó que plasma con pulcritud entre volantes y con los que abre y cierra la presentación de su colección en pasarela. Uno de ellos el famoso Empire State, el otro el American Radiator Building, menos conocido, pero puede que más impactante que el primero.
Al Empire State se le considera un símbolo de la cultura urbana actual por su majestuosidad, formas y simetrías, que le confieren una estética de belleza atemporal y que, en su momento, con la crisis económica, a pesar de simbolizar el derroche de los años 20, también se le quiso ver como símbolo de esperanza. Otro de los rascacielos de corte romántico que se hizo bajo la influencia del Art-Déco y que ahora motiva esta colección de trajes de flamenca, Flamenco Déco.
Y ese fin de emular lo traslada al patronaje flamenco con verticalidades, que aquí son pura ilusión óptica, dado que el textil que nace en la cintura y cae por ambos lados, adquiere movimiento propio con el caminar. El efecto de geometría rectilínea también pasea por las mangas abullonadas en puños, a las que añade flecos en el único diseño que osa llevar estampación vegetal a lo loco en las enaguas y que asoman en ese doble largo que tanto se prodiga entre las creaciones de Beatriz Benítez.
El edificio Chrysler, otro rascacielos más del skyline neoyorquino, es considerado una de las más bellas representaciones del Art-Déco. Está realizado en piedra y acero y en la parte superior incluye una aguja que le dió el récord, poco antes de la Crisis del 29, de ser el edificio más alto de Nueva York y del mundo. Beatriz Benítez se inspira en él a través de los tonos rojo y azul, que tintan piezas verticales que comienzan en hombros o en cintura y se unen como un puzzle, consiguiendo esa forma armoniosa con la que plasma este icono de la ciudad de Nueva York, redondeando incluso el escote para simular la parte superior curvada llamada pináculo.
Este uso de líneas rectas finaliza en la ondulación de un volante de capa, de movimiento suave y sosegado gracias a los tejidos con cuerpo que emplea en el talle y que contrastan con otros más delicados y frágiles como el guipur aplicado a modo de exorno en las transparencias de las mangas.
En el siguiente diseño, se decanta más por las tendencias en moda de los Locos años 20 influenciadas también por el Art Déco. Así, derrochando el glamour propio de los clubs nocturnos de entonces, hace uso de un satén verde pistacho acompañado del negro, el color de la noche. Los volantes aquí suben en el talle y escalan hasta poco más del fin de las caderas, para colocar al hilo volantes pañuelo tamaño L, que se acortan y dejan emerger de tul al contraste. Elemento textil, este último, que caracteriza a la firma y que se puede ver en gran parte de sus diseños.
Un aspecto muy particular y característico del Art Déco fue el grafismo, pulcro, simétrico y geométrico, perfectamente proporcionado y que Beatriz Benítez incluye entre sus diseños creando su propio estampado Art Déco para un traje de flamenca en el que se denota su predilección por el evasé acabado en volante de capa.
Aquí vuelve a jugar con tonos densos, a los que se les resta fuerza con otro más dulce, como el rosa bebé, que usa en detalles, aportando luz y equilibrio al estilismo. De nuevo añade plumas como toque fashionista, pero esta vez en mangas y caderas. Bajo volantito mini en un lado y volante peplum en el otro, evocando la moda de los años veinte y consiguiendo dibujar una silueta perfecta de vuelo correcto, con esas manguitas cortas comedidas, singulares y muy personales que ha creado la firma para este traje de flamenca.
Para el cierre de su paso por la Pasarela Emprende Lunares, reserva un diseño en cuya sencillez radica, precisamente, la espectacularidad del mismo. La simple constancia de la fuente de inspiración le confiere el adjetivo de soberbio, debido a la dificultad quela misma entraña.
Se trata del rascacielos del Midtown de Manhattan en Nueva York llamado American Radiator Building, precursor del estilo Art-Déco antes inclusive de la Exposición de Artes Decorativas de París que celebró años después de su construcción y de donde surge esta corriente artística. Su aspecto en ladrillo negro para crear ese efecto de masa escultórica uniforme, consiguiendo que las ventanas pasen inadvertidas, y sus motivos góticos recubiertos en oro, que le da a la torre el glamour que se respiraba en aquellos años de noches de Jazz y charleston, hacen que sea considerado el mejor rascacielos Art Déco de Nueva York.
Pues bien, en negro riguroso destelleante, Beatríz Benítez usa aplicaciones textiles en tono oro en el vuelo canastero, cuyas ondulaciones parecen reflejar cada una de esas ventanas que están sin estar en el American Radiator Building. Realiza de igual manera las mangas y se deleita con el talle, dando rienda suelta a la geometría Art Déco que también forma parte de la idiosincracia creativa de la firma y que aquí demuestra con destreza. A base de piezas textiles, forma franjas paralelas en rectángulos antojadizos enmarcados entre aplicaciones de metal, haciendo un guiño a uno de esos materiales en tonos plateados que caracterizan a estos obras del ladrillo. Basta recordar el edificio Chrysler.
Como complemento, continuando con el dorado, la modelo lleva en la cabeza un tocado realizado a base de aplicaciones y cadenas que caen sobre el cabello y que se estilaba en aquellos años, evocando esos remates góticos bañados en oro que simulan las llamas que proceden del carbón, de esa fachada en negro que caracteriza al American Radiator Building.
El efecto que consigue este tocado, que entonces ya se inspirara en el Antiguo Egipto, si lo ves desde la espalda, la cual se abre para dejarla al descubierto hasta la cintura, consigue realzar el estilismo flamenco y supone, además, una exaltación de la elegancia y glamour que se buscaba en aquellos años y que tan fielmente ha sabido reflejar la diseñadora.
Beatriz Benítez ha querido también, con Flamenco Déco, recordar a todos aquellos que no han podido superar la pandemia y rendir un pequeño homenaje a todos los que han contribuido, con su dedicación y esfuerzo, a que los demás sigamos aquí, afrontando estos malos momentos con la esperanza de recuperar esa normalidad previa que perdimos en marzo del 2020. Recuerdo y apoyo al que nos unimos y que da aún más sentido a las creaciones de Beatríz Benítez en su colección Flamenco Déco, por el significado que comporta y la belleza vintage que ella actualiza y consigue aglutinar entre costuras flamencas de marcado carácter geómetrico y simétrico. Las mismas que ya definían antes su manera de realizar flamencas y que ahora, con esta colección, se confirma en su particular y exclusiva línea creativa.