
Alejandro Andana inspira sus trajes de flamenca en las ‘Cobijadas’ de Véjer, con los que ha ganado el Certamen de Jóvenes Diseñadores de SIMOF 2022
Misteriosa y seductora, inocente y osada, romántica y realista, dualidades que bien definen la flamenca que ha tenido a bien presentarnos Alejandro Andana en este 2022, quien, instruido en el arte de la equipación de amazona, se lanza a regalarnos y deleitarnos con una colección flamenca merecedora, por cierto, del primer premio en el certamen de noveles de SIMOF, como no podía ser de otra manera. Pues para él eso de ‘Vini, vidi, vinci’, ya es costumbre. Y si no que se lo digan a los participantes del emergentes de la Pasarela Flamenca Jerez, edición 2021, donde también se hiciera con el premio del jurado.
En esa ocasión presentó una flamenca vanguardista, más que actualizada, con esa dosis de atrevimiento que necesitan siempre las colecciones que optan a galardones. Para este año su opción se planteaba algo más clásica, pero no menos vanguardista, porque, a base de jaretas y pasacintas, también se innova.
Que no es lo mismo que renovar la flamenca clásica, a lo que se le llama también flamenca actualizada. Pues su manera de diseñar trajes de flamenca difiere de los cánones habituales y despliega su propio criterio en flamenca. De momento con acierto. Analicemos, si te parece, su nueva colección o sus actuales propuestas premiadas, para que puedas comprobarlo.
Para ello, para sus caprichos flamencos de esta temporada, se inspira en las cobijadas de Véjer, cuyo único ojo izquierdo a la vista les servía para asomarse al mundo y relacionarse fuera del hogar. Y a quienes, por cierto, no debes considerar tan alejadas del presente, pues dejaron el cobijo guardado para siempre allá por el 1936, dado que se les prohibió seguir usándolo.
Aunque no se mostraban, debajo de ese manto negro, forrado en blanco, lucían bellas camisas de jaretas y encajes. Cuánto más nivel social tuviera la Cobijada, más riqueza en el adorno de las mismas y en los tejidos. Para la colección, Alejandro Andana hace uso tanto de estas camisas, como del cobijo, al que estampa de flores a lo mantón flecado, creando así una capa que cubre cada uno de sus diseños. Las cuales llevaron las modelos, tal y como lo hicieran las cobijadas de Véjer.
Una a una se fueron desprendiendo del mismo conforme les iba tocando desfilar. Factor sorpresa que Alejandro Andana ha sabido dosificar para que se apetezcan ver todos y cada uno de sus antojos imaginados en estos volantes nacarados y ‘jareteados’. Modelos que no lucían flores en la cabeza, sino copos de algodón y espigas, cultivos propios de esta locadidad gaditana en la época en la que las cobijadas paseaban por sus calles.
Comenzaba, pues, esta demostración de maestría con la aguja, descubriendo un dos piezas flamenco de jaretas, pasacintas bordadas y mangas victorianas, tal y como la inspiración manda, donde la esencia de lo clásico se agita, añadiendo vanguardismo con un crop top de mangas jamón y cuello mao.
Todo un deleite del costureo flamenco que ya nos apuntaba lo que sería el resto de la colección. En blanco, por supuesto, con las pinceladas de color adecuadas en los pequeños volantes, algo escondidos, y cintas de raso.
De hecho, en el siguiente diseño, la contundencia del vuelo recuerda a esas batas rocieras amplias y fresquitas y que el diseñador recrea aquí en un palabra de honor con tirantas, al que añade también esas mangas ablusadas que se vuelven en este estilismo flamenco más bien corsario.
Si prestas atención al detalle, es un corte canastero desde el escote, marcando desde ahí delicadamente, con pasacintas en rojo, el aumento del vuelo. Sólo 4 tramos, por cierto, a pesar de la envergadura. Para el bajo deja el clásico volante que se aúpa con otro de tul en rojo y gotitas en blanco. Uno más de esos recursos textiles que definen las puntadas de Alejandro Andana, para que así guarde armonía con ese raso en rojo que pincela el vestido, el cual es todo un lienzo en blanco.
Bien se le podría llamar a este otro traje de flamenca como ‘El naranja’ por el protagonismo absoluto de las enaguas y las lazadas mandarina. Quizás más palpable aquí que en el resto. Aunque no todo en él es este tono cálido, sino más bien esos detalles invisibles que dan forma al patrón sin parecerlo. Como son las jaretas, propias de las camisas de las cobijadas y que se reparten, con mayor o menor abundancia, por los diseños. Aquí lo hacen atravesando el torso en vertical, frenándose pocos centímetros después.
De manera que entalla un diseño de aires rocieros, donde el cuello mao, con puntadas al tono, vuelve a crear un traje de flamenca sin escote y volante único con doble largo, que se extiende por detrás como si de una bata de cola se tratase, y que remata el bajo de un vuelo a lo XXL, en el que la desmesura se suaviza en blanco y se endulza con detalles coquetos.
En esta otra creación, el talle ochentero y vuelo de tres volantes, vuelve a incidir en esos elementos que no perturban a la vista y sí armonizan con el estilo clásico en flamenca. Con el uso de mangas de volantes onubenses, en los que un solo volante resulta ser suficiente para dibujarlas, consigue que ejerza doble función para reinventar lo clásico.
Deja entre ellos, además, todo ese preciocismo flamenco derrocha Alejandro Andana a lo largo de toda su colección. De nuevo trabajo de labores, de costura a mano, con el uso de pasacintas, tiras bordás, para entendernos, que embellecen al diseño y engañan a la vista, como hacen las cintas dobles que recorren los vuelos rizados al hilo y que, a cierta distancia y en movimiento, bien pueden tildarse de lunares.
En su siguiente creación presentada en pasarela, pasa de un azul intenso a otro más suave que vuelve a pasearse con puntadas por el talle. Por un lado, marcando escote en una recreación victoriana de esas camisas que vestían las cobijadas de Véjer. Por otro, para señalar el par de volantes que decoran en oblícuo la silueta, conformando así un traje de flamenca atemporal. Una más, tal y como sucede en el resto de creaciones. Las mangas ablusadas se cierran en puños y el cuello mao, característico de la colección, hace lo propio también, realzando la carrucha esas minúsculas jaretas, creadas una a una sólo por y para esta creación flamenca.
Siguiendo el hilo del talle bajo, vuelve a imaginar un par de volantes de caída dulce para dejar que las enaguas en amarillo aúpen ese vuelo que besa el suelo. Para el cual opta por unas mangas camiseras con un puño clásico de caballero, que Alejandro Andana introduce aquí, aflamencándolas con un escote al que no se le deja desnudo, sino que se le volantea.
También imagina el verde en su arco iris flamenco y para él hace uso de la asimetría en escote, con corte al cejo, pero redondeado en el vuelo evasé desde caderas, tal y como se estilaba en los 60. De nuevo el pasacintas bordado, eterno denominador común de esta magnífica colección, en la que se hace un buen repaso a las labores de la costura de siempre, mientras homenajea a las cobijadas de Véjer.
Para el cierre de una colección inolvidable, presenta una sublime bata de cola con pinceladas en negro. La desmesura de este equilibrio arquitectónico que sueña aquí, precisa de guardar armonía con el resto de volantes generosos, por cierto, en esta bata de cola en la que vuelve a dejarse influenciar por fines del XIX, por esas mangas cobijadas que tanto juego le han dado en flamenca, realizando el pecherín en lunares construidos a base de tiras bordás para cintas que se cruzan entre sí. Vuelve a ser otro trampantojo con el que recrearse la vista.
Así pues, si observas con detenimiento, esta colección no es más que un excelente despliegue de camisas cobijadas versionadas en flamenca. Para ello, las alarga y ensancha en patronajes, las multiplica en los metros necesarios, las da color con sencillas cintas y estampa de jaretas en vez de lunares. Y todo, desprendiéndolas de esa oscuridad que las cubría y gobernaba usando tan sólo sencillas lazadas de colores, que se armonizan con las enaguas al tono de lunaritos blancos. Un derroche en sí, a base de horas y horas de taller, para imprimir de detalles invisibles a cada uno de los diseños buscando, como siempre, la excelencia en todo lo que hace.