Los lunares blancos desbancan lisos y flores esta temporada 2019 en la colección de Carmen Acedo
Era inevitable que los lunares blancos de Carmen Acedo tuvieran taller en los aledaños de Calle Castilla. El trajín de esa calle y la historia que le precede impregnan sus costuras, por lo que Calle Castilla explica de Carmen Acedo lo que ella no cuenta, lo que caracteriza, en parte, su estilo en flamenca. Y es que todo influye en el proceso creativo y desarrollo de un diseñador. Pues las experiencias y el entorno le moldean e inspiran, culpables, pues, de añadir, quitar o enfatizar rasgos que les definirán de manera única.
Carmen Acedo es de volantes sevillanos, pero trianeros, de albero feriante que, a veces, saben a agua y sal, de puntadas de empaque, tronío y orgullo que conviven y albergan, permanentemente, con su contrario, definido en un silencio comedido, recatado y cándido que endulza lunares y volantes. Porque se alimenta de lo que le rodea, del ir y venir de la Calle Castilla, la que le ayuda a dar forma y transformar ideas, alcanzando esa armonía perfecta de confluencia contradictoria que existe en su estilo y sólo ella consigue equilibrar en un mismo traje de flamenca, posicionándola en un lugar que le favorece.
Y entiéndase éste como aquel privilegiado que ofrece lo mejor de cada lado. Me explico. Esas sevillanas maneras de Carmen Acedo que tienen sabor trianero, de extramuros y camino de paso, de punto de encuentro de culturas y también religioso, del romanticismo propio de los arrabales donde todo sucede, le propicia hacer canasteros hispalenses que volantean aires de El Quema, sin pestañear, a los que da un seseo diferenciador de los canasteros, pero sin descartarlos.
Y es que la Calle Castilla, antiguo Camino Real de Camas, paso de carretas a la Romería del Rocío, del Cahorro y de La O, creada por los castellanos que se asentaron allí tras la reconquista de Fernando III ‘El Santo’ en el 1248, de ahí su nombre, tiene ese no sé qué que invita a descubrir otros lares para hacerlos suyos, para atrapar la esencia, respirarla y exhalarla, creando otra de la que enamorarte mientras se imaginan volantes, uno detrás otro.
Así, de preferencias canasteras, educada en esto de los volantes al hilo y de capa, imagina vuelos al aire salpicando talles bajos en flamencas clásicas renovadas de siluetas marcadas y mantoncillos flecados.
Poco liso y poca flor desbancados por el eterno lunar, de tamaño minúsculo y casi galleta, inundando todos sus tejidos por el moteado el blanco, a veces negro, sobre toda una amplia paleta tonal donde no han faltado los ácidos ni los azules, uno de sus colores permanentes en cada colección que realiza.
De blanco también ha ideado lunares que se transparentan en escote para cerrarse al cuello, en una silueta elegante abrigada por un par de volantes. Color que ha acompañado de flores en mandarina, de las pocas que se han dejado ver en su nueva colección, para deleitarnos con la colocación de estampado en un traje de diseño clásico que se revoluciona con esta manera de armar las flores para esa sensación de degradado.
De celeste ha diseñado unas mangas de volantitos zigzagueantes con caída dulce y vuelo comedido, pero generoso, tono que también se ha dejado puntear por el rojo, rematando vivos de vuelecitos rizados que suben y bajan enmarcando nesgas canasteras.
Con aires más rocieros y sin dejar el azul, un capricho romero, de manguita corta, de capa, coqueta para un escote cruzado que se agarra al talle con cintura ancha en un vuelo que acaba en un par de volantitos de capa.
En amarillo empolvado ha diseñado un setentero feriante de manguita larga y poco volantito al puño, perfecto para esos mediodías de caseta. Que al cambiarlo al coral, se multiplican vuelos y se abre por delante, una de las preferencias en flamenca más vistas este año en pasarela.
Pero a pesar de los lunares el terciopelo ha tenido un protagonismo importante, por lo que tomad nota, pues primero fueron los flocados y ahora los terciopelos brocados. Para uno de esos flocados multicolor de motivos vegetales y simétricos, descubre espalda en redondo y finaliza en canastero su silueta sirena.
Utilizando un terciopelo brocado en verde, que seguramente será flocado por la técníca empleada en su fabricación, se abre en el vuelo desde las rodillas en nesgas canasteras de lunar pequeño sobre naranja, ejecutados con ese seseo ondulante que Carmen Acedo da a sus volantes. Vuelos con esa pizca de arena de la Raya Real que sacuden al moverse, salando, pues, el aire que atraviesan.
Fue el negro el color que cerró la presentación de su colección en We Love Flamenco, dejando que el blanco estampara transparencias de cuello caja o, simplemente, se paseara por escote y espalada para dibujar hojas y pétalos en un traje de flamenca que es todo un capricho a los ojos.
Como también lo es un dos piezas de enaguas variopintas, con un poquito de rojo, de negro, de blanco y de lunar, porque el batiburrillo de destaca y distrae la vista al bailar el vuelo de lunares aterciopelados, conformando así un estilismo flamenco de camisa de manga ablusada y transparente que se combina con una falda básica y atemporal que se sube al carro de la flamenca del XXI. Pero con prudencia, con ese saber estar que le caracteriza y le hace mirar siempre la referencia clásica, marquen lo que marquen las tendencias.
Vista su nueva colección es fácil resaltar que estima y postula al lunar blanco como el estampado flamenco por excelencia para este 2019, apetecible en todas sus combinaciones imaginables, donde la vista puede engañarse con un patronaje de apariencia sencilla que busca realzar la silueta sin desvirtuar los cánones de la flamenca clásica. Mostrando, por tanto, como sus flamencas trianeras de agua dulce canastean albero y salpican volantes de agua dulce antes de adentrarse por las Marismas en busca de la Blanca Paloma.