Tornándose este año sus diseños más flamencos que nunca, era obligado el uso de madroños, tiras bordás y lunares de Ángeles Verano, para recrear las raíces del traje de flamenca
Este año los volantes y lunares de Ángeles Verano han sido tempraneros. Han comenzado a moverse pronto, apenas amaneciendo el 2020, con la notoriedad y exclusividad que esto conlleva. Y lo hacía en un entorno más particular e íntimo, alejado del trasiego que cualquier programa de pasarelas implica, reservándose así toda la tarde para empaparte de su delicado movimiento de vuelos al aire, de sus lunares y siluetas seseantes en evasé que dibujan talles envidiables en su nueva colección Caminando entre volantes.
Dando forma así a un tipo de desfile más allá del espectáculo de pasarela y muy similar al encuentro que puedas tener con el diseñador en su taller, en cuanto a cercanía, pero con el empaque y glamour que un acto de presentación de colección requiere. Algo que también provoca que cada volante que pasa ante tus ojos consiga quedarse más tiempo en la retina, pues es lo que tienen este tipo de eventos, que los diseños se visionan durante más tiempo.

Y todo ello por expreso deseo de Ángeles Verano que necesitaba, de nuevo, este otro tipo de presentación, más cuidada y pausada, no menos estresante, pero sí más a medida, a capricho. Pues ya se han cumplido 25 años imaginando flamencas desfiladas en otras taitantas pasarelas, así que ya ha alcanzado ese umbral que pide cambio, renovación, para adquirir otros matices que también sigan definiendo a la firma en su estilo y aporten, en este encuentro con ella, con su manera de hacer moda, una experiencia diferente.

Se coloca así, sin pretenderlo, en ese selecto grupo de firmas de moda, flamenca y no flamenca, que desean hacer del contacto con su colección un momento inolvidable. Se trata de otro concepto mucho más en sintonía con la firma y con sus seguidores, ese puñado de afortunados, entre clientes, amigos y prensa, que pudimos presenciar cómo veían la luz los nuevos trajes de flamenca de Ángeles Verano. Son, por cierto, eventos que desde hace poco tiempo se están poniendo en práctica y cuyo uso se ha multiplicado a día de hoy.

El previo al desfile, como siempre, fue la entrega del premio Flamenca con Arte, obra personal del escultor sevillano Miguel Ángel Domínguez, y que este año ha recaído en Ruth Lorenzo, quien tras acogerlo en sus brazos y confesando que se vestía por primera vez de flamenca, tuvo a bien obsequiar a Ángeles Verano y, por supuesto, a todos los allí presentes, con su cálida voz homenajeando a Sevilla. ¡Os aseguro que el premio fue nuestro por tener la suerte de escucharla!

Tras su actuación, Agustín Bravo, presentador del acto, acompañó a la premiada a un lugar privilegiado en primera fila para que su experiencia flamenca fuera completa, en cuanto a vestirse de Ángeles Verano y a contemplar el desfile de su colección ‘Caminando entre volantes’.

Una colección que suma una gran cantidad de cambios, de matices necesarios por el paso del tiempo que se vuelven imprescindibles para la renovación, para ese reencuentro con la esencia de su razón flamenca, de su alma de vuelos al aire que se deja atrapara por el seseo textil.

Por eso, para este 2020, opta por motearse de colores, por encima de todas las cosas, de acompañarse de caracolillos al pelo y lunares en el moflete. Se trata de rebuscar entre las raíces del traje de flamenca, para volver a descubrirse como diseñadora de estos menesteres del volanteo. Y para ello utilizar recursos de antaño, como son las ‘tiras bordás’ y los madroños, que coloca a su manera, zigzagueando el talle y exornando con medida las mangas sobre un morado intenso, contundente.

Así, respecto a los lunares de Ángeles Verano se prodigan sobre multitud de colores, texturas y propuestas posibles, realzando sobre la colección en tonos ácidos que ha ideado para esta temporada la de fondo negro que, combinado con mantoncillo de seda semitransparente y flecos multicolor, resulta ser el complemento idóneo, quizás más acertado que nunca, para ayudar a marcar esa silueta en penumbra. Aquí el mantoncillo se cruza, por lo que incluso marca la cintura que, junto al sube y baja de uno de los volantes, resta la ausencia del color sobre el talle. Muy atonjadizo, ¿no crees?

Pero si no eres de estos tonos apagados y tu opción pasa por los vibrantes, alguno de sus cítricos te resultará ser perfecto. En esta pequeña muestra, se observa como da a los lunares un doble uso, ya sea para resaltar el color principal, ya sea para atenuarlo un poco. Son trajes de flamenca clásicos, de talle bajo y mantoncillo a juego, con predominancia de mangas cortas o ausencia de éstas.

Otra de las novedades que ha introducido esta vez se estampaba de flores, gracias a esos diseños exclusivos que, para toda la colección, ha realizado Puro Flamenco en base a las indicaciones de Ángeles Verano. De esta manera ha creado una nueva colocación del volante, al talle, sí, cayendo desde el hombro, que, aunque pueda no parecer algo renovador lo es. Pues la singuralidad de la pieza está en su soltura, en la libertad de costura, pues se añade como si te colocaras una banda, que igual que lo llevas te puedes quitar.

Flores que también ha escogido más pequeñas para tintar en dos tonos, en base a su mezcla dual para esta colección, recreándose en este juego tonal de contrastes que sobre un mismo estilismo ejercen. En este diseño se alternan en los volantes que conforma un traje de flamenca de mangas corsario en azul y rosa.

Y todo en una colección que ni acababa como se acostumbra con los estilismos de noche, optando por esos trajes de flamenca que ha imaginado en tonos fuertes, ni tampoco comenzaba por lo más suave e incluso blancos. De hecho, su apertura de desfile estuvo presidida por un vestido cuyo estampado le hace merecedor de la calificación que usa para él la propia diseñadora: ‘La joya de la corona’.

Se trata de un traje de flamenca paisajístico, en el que sus amplios volantes recrean los atardeceres de la Sabana africana, conformando así esta joyita flamenca teñida a capricho en marrones, ocres y anaranjados que se sale de la habitual paleta cromática de la flamenca.

Así es como este año Ángeles Verano ha caminado entre volantes de nuevo en solitario, comenzando una etapa diferente a las anteriores, en la que retoma antiguos hábitos, pero con aires actualizados. Recorre, como siempre, la pasarela, pero a su manera, con sus tiempos y sus momentos, ésos que le gusta guardar en la memoria y considera fundamentos de vida porque en ellos está su gente.
Esta es la manera en la que ha elegido Ángeles Verano mostrarnos este año su colección, para la que ha contando, como siempre, con las colaboraciones de Rocío Casado (mantones pintados), Ópalo Negro (flores), Marga Macías (pendientes) y Sedimer (tiras bordadas) y el apoyo de empresas como Aromas, Agua de Sevilla, Tío Pepe, Housing, Mercedes, Rocío Vázquez y Rupe.
Una vez más consigues que quiera leer de nuevo este magnífico post.
Gracias por captar la esencia de mi trabajo a la perfección, una redacción impecable llena de profesionalidad y sentimiento.
Eres única Susana Rodriguez, no en vano has conseguido con tu trabajo y dedicación estar en el lugar que ocupas.
Gracias de todo corazón!
Angeles Verano.
Y a mí, una vez más, me das la oportunidad de sumar otro comentario tuyo, otro puñado de palabras que siempre releo, una y otra vez, porque dan aliento al entusiasmo necesario para reforzar el ánimo. Palabras que dan alas y alimentan seguir haciendo lo que hago. Gracias siempre por tanto y por todo Ángeles Verano.