Los nuevos trajes de flamenca de El Madroñal vuelven a llenarse de color para expresar, con volantes y lunares, las raíces del flamenco

Dicen en El Madroñal que este año se empapan de herencias, de ésas que no se ven ni se tocan, sino de las que se sienten al compás del repiqueteo de volantes. Ésas que mueven textiles rizados de un lado a otro en armonía seseante, en el idioma en el que hablan las bailaoras que, agarrando volantes, los cruzan de un lado a otro sin cesar para impregnarlos de caducidad impredecible. Y, eso que dicen, lo dicen porque en El Madroñal estos vuelos al aire tienen la gracia eterna concedida. Pues no surgen de cualquier manera, sino de manos cargadas de secretos, de ésos que se guardan celosamente y no se escriben, que se legan en vida y se memorizan. Son, por tanto, esos bienes inmateriales de valor incalculable, aquellos que no se comparten porque la herencia intangible es propicia a singularizarse para perpetuarse en el tiempo y ser única. Porque hay que seguir ‘vistiendo a lo madroñal’, hay que seguir creando flamencas de agua y sal con vuelos dulces, soñando con las que cruzan El Quema y con las que pisan El Real o cualquier otro albero feriante.

Con esta manera de enfocar su moda flamenca, El Madroñal este año se ha empapado de ciertas raíces en moda flamenca para imaginar las suyas. Inspirándose, pues, sobre todo, en lo que respecta al Flamenco. Partiendo de esa base han tratado su nueva colección de propuestas de lunares y volantes, presentada sobre la moqueta que abriga a las tablas del Alfonso XIII durante la celebración de la pasarela We Love Flamenco. 

Los nuevos trajes de flamenca de El Madroñal se tintan en blanco y negro

Fueron unos 25 trajes de volantes los que nos hablaban en Flamenco, con textiles que mostraban estos orígenes de palmas y compás en el vestir, cuidando del estilo de siempre, del clásico, desprovisto de innovaciones extravagantes, para así serle fiel a la flamenca onubense de ondulación suave y ligera, exenta de barroquismos y excesos. Dejando protagonismo al lunar, flamenco de nacimiento, y a casi toda la paleta cromática imaginable, destacando, quizás, el blanco. 

Traje de flamenca de lunar grande en verde y fucsia de El Madroñal

Con esa exquisitez que define al lunar blanco sobre negro y en casi todos los tamaños inimaginables, comenzaron su desfile de caprichos cargados de sabiduría artesana, donde el encaje se colaba entre volantes, para estampar enaguas buganvilla, y en hombros, donde las asimetrías de tirantas se flecan. Todo un capricho flamenco.

Mezcla de lunares en distintos tamaños para un traje de flamenca de El Madroñal

Esa sencillez y dulzura etérea del blanco, uno de los tonos de la temporada 2019, la salpicaron con moteados negros de talla galleta, que se perfeccionaban en costuras de patronaje precios y elegante, en el que el vuelo de capa se remataba como en los 70, con un solo vuelo rizado con vivos hechos en carruchas de tul.

Traje de flamenca blanco de lunar negro de El Madroñal

Pero enseguida se sumergieron en tonalidades más cálidas, como el eterno rojo de moteado también en carmín, que se escota en la espalda con doble volante a un lado para flecar el contrario, donde las flores bordadas ocupan su sitio y juegan a la asimetría completa, tanto en mangas como escote y hombros.

Traje de flamenca rojo con lunar flocado de volantes y flecos al escote de El Madroñal

También pudieron verse entre sus propuestas los mix and match tanto de colores como de estampados, diseños habituales en sus colecciones. De esta manera, aúnan en tonos el lunar con el del fondo de las flores, buscando esos matices que resultan estar en consonancia para que todo fluya en un traje de flamenca de dos piezas con vuelo peplum a la cintura y talle muy alto, de lo más cómodo., por cierto.

Traje de flamenca de dos piezas de flores y lunares de El Madroñal

Por otro lado, adoptan flores en el nuevo negro y las reparten para que estilicen un talle setentero, renovando sólo en el vuelo, en el cual colocan una abertura que deja entrever las enaguas de ‘lunares amontonaos’. Un diseño más que adecuado para tildar de idóneo si eres de las que no te aventuras en estampados, pues esta creación busca la esbeltez, contrarrestando el efecto óptico que a veces producen los jardínes de flores. Es, por tanto, un traje de flamenca favorecedor para todas, en general, y para aquellas que nunca se vieron con flores en el talle, en particular.

Traje de flamenca setentero en azul marino de estampado de flores de El Madroñal

Flores que se mezclan con lunares  cada tanto, una de las combinaciones favoritas de la firma. Sobre todo en estilismos flamencos con ese toque rociero que tanto gusta ver en sus trajes de flamenca, teñidos de tonos vivos y alegres, otra de las opciones predilectas de El Madroñal, siempre presentes en cada una de sus colecciones. 

Trajae de flamenca dos piezas de encaje, lunares y flores de El Madroñal

Toda esta amalgama da como resultado un estilo dinámico y vivaz, con trajes de flamenca rebosantes de vida y movimiento. Como este dos piezas en el que se reparten volantitos pequeños en uve para decorar lunares de los que llegan hasta el suelo y se acompañan en movimiento ondulante, combinados con cuerpo de escote redondo y que se abrazan a la cintura con encajes.

Traje de flamenca de talle bajo y volante peplum de El Madroñal

O este otro, donde un cítrico se mezcla con el azul cielo para resaltar un manojo de flores XXL que estampan sedas aflamencadas para sin mangas con volantitos al hombro y por duplicado.

Traje de flamenca en azul y naranja de El Madroñal

El raso ha sido otro de los tejidos básicos de Herencia, conformando así el patrimonio textil en el que cada año imaginan flamencas en El Madroñal, para mezclar aquí, en esta mini colección, distintos colores con el negro en esos imprescindibles estilismos de Feria de Noche que necesitan de la elegancia del ónix para embellecerse. Así imaginan un evasé, con más vuelo del que acostumbran, en un tejido con cuerpo que marca con delicadeza el seseo en caderas. El cual se compensa con la asimetría en mangas, una más bien corta, de caída dulce a un lado, y otra larga, cerrada hasta las muñecas, con volantes en el puño.  

Traje de flamenca para la noche en verde y negro de El Madroñal

Preludio este diseño de uno de mis favoritos en la colección, donde el incombustible talle bajo, que tanto favorece, de volantes al hilo, se deja sorprender por detallitos rizados en mangas ajustadas y asimétricas, contrarrestando ese punto clásico que recorre el vestido. Del cual es obligatorio resaltar el escote semitransparente flecado que simula mantoncillo, todo un acierto que innova sin saltarse las normas de la flamenca de siempre.

Traje de flamenca de talle bajo y volantes al hilo con lunares negros de El Madroñal

Conformando, con estas pinceladas, una colección flamenca llena de frescura, a la par que reivindicativa, pues Herencia también apuesta por lo de siempre, por la flamenca clásica de silueta sugerente sin demasiados artificios. La cual innovan sin extravagancias gracias al uso de ciertos elementos que introducen en sus estilismos flamencos, dinamizando la sencillez flamenca. Pues aquello de ‘menos es más’ queda patente en todas las facetas de la firma, constituyendo la premisa que orienta siempre sus puntadas, ésas que van dando con los ojos puestos en sus flamencas, las de cierto talante rociero, pero con esa caída coqueta y acaramelada que caracterizan sus vuelos comedidos.

El Madroñal en el photocall de We Love Flamenco tras el carrusel de su colección Herencia para este 2019

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