Lazadas, estampado cachemir o paisley y lunares, los tres ingredientes básicos para la nueva colección de moda flamenca de Cristina Vázquez en SIMOF: Contigo

Deja que te mire Trinidad que Contigo me voy ‘pa’la Feria’… Unas cuantas palabras para formar una breve frase que sintetizan e hilan las tres colecciones ya conocidas de Cristina Vázquez desde su reaparición en SIMOF, coincidiendo con el 25 Aniversario de la pasarela. La trayectoria profesional de la diseñadora comenzó pronto. Sus primeros pasos coincidieron con su formación académica y esas pequeñas apariciones en desfiles como alumna de diseño. Tras la finalización de sus estudios quedaron pausadas para centrarse en esa mejora y perfección que todo creativo anhela y que genera y acumula desde su propio rincón del mundo, desde su taller de costura.

La práctica hace al maestro, dice la conocida frase y eso es lo que perseguía y persigue Cristina Vázquez a quien, por cierto, las pausas de pasarela no la frenan, la mejoran. Tal y como ha podido comprobarse después de este parón forzado que ella, a nivel particular, y la moda flamenca, a nivel general, han tenido.

Y a la vista su nueva colección, ‘Contigo’, en la que introduce elementos de moda, tendencia en esta temporada, que aflamenca correctamente. Como son las lazadas al cuello, traído de los setenta para deleitarnos en ese elegancia de camisa ablusada en blanco y negro con lunar galleta. Dualidad clásica que rompe en celeste para la falda de volantes minúsculos y enaguas en ónix.

Estilismo flamenco al que no le falta volumen y sobre el que reposan estos lunares anudados a la espalda de corte abierto, que resulta tan cómodo, refrescante y sofisticado.

Con este dos piezas soberbio comenzaba su desfile en SIMOF 2022, dejando que para el siguiente el talle no tuviera corte. Eso sí, tintándolo todo en el tono de azul elegido para este inicio y continuando con el uso de unos de sus elementos flamencos favoritos: el micro volante, que se repetirá a lo largo de la colección y aquí se motea en negro lenteja.

Para los brazos elige un encaje de algodón en ese estampado clásico ‘mal llamado’ cachemir y que los cubre hasta los puños, pero volantea en hombros, realzando el doble escote en uve. Y apunto lo de ‘mal llamado’, perdonad que me repita, en base a unos comerciantes pakistaníes que pude conocer hace unos años en Londres a los que les compré el auténtico chal de cachemir. Según ellos se le llama así al estampado ameba que todos conocemos cuando, en realidad, es el nombre del tejido, que puede o no estar estampado con este tipo de dibujo. En fin, ahí os dejo la anécdota.

Y tras él aparece el canastero, poco visto este año en las colecciones, pero tremendamente irresistible para la diseñadora que suele incluirlo entre sus creaciones. Con el talle algo más bajo, el seseo del vuelo lo acompasa aquí de enaguas en azul, en el que pervive el blanco de lunar lenteja y los mini volantes porque en puños, lo que toca, es rizar en canastero y en su justa medida, con ese equilibrio arquitectónico que tan bien maneja Cristina Vázquez.

En otra de sus siluetas habituales marcadas por el evasé, el encaje aquí ejerce de sobrevestido, creando un trajer de flamenca cachemir que se torna de crema blanquecino a café con leche, en un vuelo de nesgas inapreciables para besar el albero feriante. Para las mangas de capa hasta el codo opta por cubrirlas con ese toque básico flamenco, como es el mantoncillo flecado, complemento perfecto para este traje de flamenca de lo más atemporal.  

Pero será un básico de armario feriante de lunar negro sobre blanco, combinación textil estrella de la temporada por lo que se ha podido ver en pasarela, el que dé cierre a esta mini colección dentro de las propuestas de ‘Contigo’, que se vuelven rojo intenso en su segunda parte.

Para este diseño, la influencia setentera, pero algo más sirena, reina en el traje de flamenca que nos ocupa, donde el volante de capa al fin del vuelo que se abre, al igual que las mangas largas, se rematan con volante, tal y como establece la flamenca clásica con carruchas en enaguas a la vista incluídas. Por tanto, sencillez y sobriedad para un diseño, de nuevo, atemporal.

En la segunda parte de la colección, los tonos se vuelven más densos y oscuros en rojo y marino, como como queriendo evocar este frenazo en seco que ha castigado dos temporadas flamencas. Para el rojo, la silueta se marca en talle bajo, tal y como gusta hacer en sus flamencas, y las llena de volantitos, en uno colocados al hilo, en el otro en un zigzag armonioso de rizados al aire.

En el primero, escoge el uso de pedrería que coloca en simetría a modo de lunaritos, haciendo que en el hombro señale el uso, para el realce de las mismas, de cierto elemento característico de los 80, como son las hombreras y que, tímidamente, se han visto este año por la pasarela flamenca.  

Para el otro, el escote cuadrado, las carruchas en las costuras de las mangas y el básico vuelo para talle bajo, hacen que esta deliciosa sencillez en carmín se antoje, ondulando vuelo con la ayuda del organdí en el color de la noche.

Tono que tiñe la siguiente propuesta vista en pasarela y que motea con piezas redondeadas en coral a modo de lunares. Y lo hace tanto en puños, como en un par de volantes que curvean al contario en el vuelo, marcando el comienzo del mismo y aportando un especial movimiento al seseo de volantes al caminar.

Para cerrar su desfile de temporada, escoge de nuevo el estampado ameba, imaginando otra vez trajes de flamenca de cachemir. Para ello se deja llevar por el estilo rociero, imaginando dos estilismos flamencos ligeros e inusuales entre sus creaciones. Por un lado, un dos piezas de falda setentera de capa y abertura interminable. El volante menudo aquí se coloca en paralelo en el bajo, un buen puñado de ellos, por cierto, para crear ese largo de falda delicado por el que Cristina Vázquez tiene preferencia.

Y todo en ese dibujo en cachemir, cuya estampación surgida en Persia pasaría, tiempo después, a realizarse en la India, en la región de Cachemira, de ahí el nombre actual. Aunque, por necesidades comerciales, también se realizaría en Paisley en Reino Unido, por lo que en Occidente también se la llame así. Como os decía, este estampado visto al principio de su colección en su versión de encaje, aquí se torna en un textil sin calar e impregnado de color, anaranjados y azules. La ameba, pues, se torna flamenca en sus puntadas, alejándose de la acostumbrada flor para dibujar siluetas, a la que reserva en su estado natural para exornar el cabello. Y, por supuesto, en clavel rojo, ese toque agitanado y flamenco por antonomasia.  

El escote generoso en uve se enmarca por sendas mangas cortas abullonadas que se equilibran en armonía con la falda. Y lo hace en ese tejido negro rayado y semitransparaente que ya pudimos ver en el diseño de doble vuelo al hilo que desfilara meses antes en Uniqo Qlamenco y del que os dejo foto justo sobre estas líneas.

Pero aún quedaba un último diseño en cahemir, con volantes al bies que bien pueden vestirte para la cena del Pescaíto, o cualquier otro evento en el que te apetezca ir cubierta de volantes. Su cuyo cuello halter de lazada trasera y la ausencia de mangas, no hacen más que confirmar su versatilidad.

Contigo se vuelve a esa realidad perdida y deseada. ‘Contigo’ llegan la esperanza y la fuerza de aquellos a quienes amas, te aman y apoyan. Y sin los que habrías vivido de otra manera. Contigo es, pues, imaginar momentos inolvidables de volantes, de esos que se viven en ferias y romerías. Deja, pues, que te mire más que nunca, Trinidad, para Contigo sesear volantes en la Feria de Abril esta primavera … ¡¡¡Contigo!!!

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